Antonio Aragón Fernández
Introducción
Hay personas que poseen la fortuna de
monopolizar buena parte de la crónica de los pueblos. En realidad, apenas nos
detengamos a observar sus vidas, no son ellas las que principalmente forjan el
destino de las comunidades en las que se mueven, pero por una serie de azarosas
y hasta caprichosas circunstancias, acaban absorbiendo un protagonismo que nos
impulsa a situarlas en el centro del torbellino de la historia.
Serafín Romeu Fages, don Serafín, el conde de Barbate, es una de esas personas que, sin lugar
a dudas, atrae hacia sí todas las miradas del Barbate del primer tercio del
siglo XX. En la memoria colectiva, esa que se ha fraguado a base de historias
narradas a la luz de una fogata en aquellas noches de verano en las que, por
placer y diversión, los barbateños escuchaban los relatos de sus abuelos, emerge
como una chispa de la leña crepitante a cada momento la figura de don Serafín: alto, apuesto, siempre
impecablemente vestido, con su bigote a lo Romanones, culto, con carácter, personalidad
y riqueza, el yerno que hubieran querido para sí todas las madres de muchachitas
casaderas, el magnate envidiado por la vieja y decadente aristocracia andaluza,
entre otras cosas por ser “rey” antes que conde, según lo ensalzaron en el
mismo Barbate[1],
el hombre que se codeó con Alfonso XIII y con las altas esferas de la oligarquía
y política españolas, llegando a ser parte invariablemente de ellas; el
empresario que se granjeó el cariño de los modestos y sacrificados trabajadores
del litoral andaluz; el cacique que puso su fortuna a disposición de la
política; el ser humano que un día desapareció de la vida del pueblo sin que
nadie supiese de su paradero, dejando su nombre en una placa y en la vieja y
salada atmósfera de un chalet a la orilla del mar: la primera olvidada y
perdida por los gerifaltes franquistas, el segundo abandonado a su suerte por
un gobierno democrático, como si con la renuncia de unos y de otros a
salvaguardar sus vestigios se pudiese reescribir la historia; a este personaje,
en suma, más que a la persona por faltarnos lo sustancial, vamos a rememorarlo ahora para intentar trazar un bosquejo de su vida e influencia en la aldea de Barbate.
En efecto, es imposible que un hombre
cuyo eco ha resonado en las largas noches colectivas lo haya sido por una causa
gratuita. Pero, ¿quién es para la historia don
Serafín?
Don
Serafín, Serafín Romeu
Fages, es el heredero de un imperio industrial y a la vez de una estirpe de
hombres de mar que han prosperado con el auge del procesado del atún, alcanzando
dos metas que ambicionan muchos hombres: como empresario será considerado figura
indiscutible de los productos que ponía en el mercado, como político, se le
atribuirán poco menos que las virtudes de un beato. Por exageradas que puedan
parecer estas valoraciones, no se comprenden sin asumir que, en esencia, fue la
almadraba de Barbate la que le sirvió de trampolín para conseguirlas. Y esa
almadraba, tan encarecida y mimada por la familia Romeu, vendrá a ser una
suerte de maná para Barbate, pues el nacimiento de un sistema de pesca, venta y
elaboración del atún en la aldea, supuso la entrada de esta en el mundo moderno
y –digámoslo así- por la puerta grande de la industrialización, todo un hito dada
la riqueza que se derivó de esa industria. Además, su éxito coloca el nombre de
Barbate en el panorama nacional ya en 1883 por encima de ese nivel modesto que
como localidad de mil habitantes apenas podía rebasar[2].
El hecho de que unos 25 años más tarde se diga que en la ciudad de Belgrado lo
único español que puede hallarse es una representación teatral de Echegaray y
el atún de Barbate[3],
y máxime teniendo en cuenta que lo primero es puramente circunstancial, patentiza
en qué medida los Romeu habían sabido proyectar la industria del atún mucho más
allá de las fronteras españolas.
Orígenes
Nace en
Valencia, el 10 de agosto de 1877[58].
El hecho de que viniese al mundo en la ciudad del Turia obedece al hecho de que
su padre, por aquel entonces, dirigía allí unos negocios pesqueros.
Fue el único
hijo del matrimonio, y muerta su madre en Valencia con 47 años, su padre se
volverá a casar, aunque de esta segunda relación no tendrá descendencia.
El niño
Serafín pasa su infancia en Valencia, pues hace sus primeros estudios en el
colegio de los Padres Jesuitas de aquella ciudad, situado en la esquina de la
calle Mercedarios con la plaza Santa Margarita, donde, de acuerdo con la época
y los valores de la Compañía de Jesús se imparte una instrucción muy estricta y
disciplinada, con unos alumnos impecablemente uniformados. No debía ser un
colegio que resultase precisamente económico, pues entrado el siglo XX los
jesuitas abren allí las Escuelas San José para las clases populares[59].
La matriculación en este colegio estaba claro que
obedecía a que Romeu Porta pretendía desde un primer momento dar a su hijo la
mejor educación dentro de los cánones de la época. Fue una decisión que Romeu
padre tomaría junto a su hermano Enrique, pues tres hijos de éste estudiarían también
con los jesuitas en aquellos años.
Aún así, desconocemos si el alumno llega a cursar el Bachillerato
en el mismo colegio, pues hacia 1890 su padre se hallaba ya inmerso en el
negocio de las almadrabas onubenses y gaditanas. Además, la muerte de Bella
Fages, ocurrida en 1889, pudo alterar los planes de Serafín padre de permanecer
en Valencia. Lo cierto es que el hijo culmina en el mismo colegio sus estudios primarios,
pues en 1891 se gradúa allí, pero a partir de este dato existe un vacío
documental.
Tampoco
tenemos información sobre el lugar donde realiza los estudios universitarios.
Casi con toda probabilidad en Madrid, ciudad a la que las familias bien acomodadas
de Andalucía enviaban sus hijos para proporcionarles una educación superior.
Sea en una
universidad madrileña o no, se licencia en Derecho y en Filosofía y Letras,
carreras que combinadas son muy comunes entre la élite política de la época[60],
por lo que es probable que ya desde temprano mostrara inclinación por la
tribuna.
A poco de
concluir la carrera entre a formar parte de los bufetes de Francisco Sastres y
de Francisco Silvela, ambos situados en Madrid[61].
Silvela fue un político conservador, de corte intelectual y que se declarada acérrimo
enemigo del caciquismo y del sistema instaurado por Cánovas. Comprometido con
la política desde 1870, ya dentro del sistema canovista llegó no obstante a
ocupar el sillón de Ministro de la Gobernación y dos veces el de presidente del
Consejo de Ministros. Se retiró del escenario público en 1903.
Es evidente
que en el bufete de Silvela la política era moneda común en todas las
conversaciones, y que el joven Serafín Romeu tuvo en él sino su primera sí su
más importante escuela para internarse en el ámbito de lo público. Pero su introducción en política no llega por
influencia no le llega con Silvela, sino con el monárquico y liberal Segismundo
Moret (1833-1913), varias veces ministro, presidente del Consejo de Ministros y
presidente del Congreso de los Diputados. Según se recoge en la prensa, Serafín
Romeu ingresa en el partido liberal por influencia de Moret, “amigo personal
íntimo”, cuando el político gaditano dirigía el partido, allá por los años 1912
-1913[62].
La
confluencia de un destacado personaje de la política tan relacionado con Cádiz,
por ser su ciudad natal, y el hecho de tener un cuñado en el propio partido
liberal serán determinantes para el arribo de Serafín Romeu a la vida pública
nacional.
Serafín Romeu, empresario y banquero
Serafín Romeu, conocido como “el rey del
atún”, heredó las principales empresas de su padre, y también la capacidad para
gestionarlas. En 1913, es propietario de las fábricas de San José, en Cádiz
(Puerta Tierra), de la de Barbate, Sancti Petri y de otra en Isla Cristina[63].
Ya para esa época estaba plenamente
conformado su carácter: “Fue un hombre –refiere Enrique Romeu, II conde de
Barbate, alto, muy elegante y cuidadoso de su vestir y personalidad. Hablaba
muy deprisa, lo cual es signo de inteligencia y decisión (…) Solía tener una
muletilla o ayuda de conversación…¡Eh, eh, eh!...! En mis tiempos de intimidad
con él, lo recuerdo como hombre con el pelo gris (ya tenía sus sesenta años),
los ojos muy claros, y un bigote recortado, siempre muy arreglado en toda su
persona”[64].
Sus intereses económicos y políticos se
salvaguardan mutuamente, de ahí su utilización de la prensa para sus fines,
como cuando en 1917 bota la almadraba de Torregorda, en Cádiz, frente al
ventorrillo “El Chato”. La prensa se hace eco de la repercusión que tendrá en
la ciudad, dando empleo a “centenares de obreros de ambos sexos”[65].
Ya entonces procuraba proyectar esa imagen paternal sobre la clase trabajadora
que le llevaría a ser conocido en la comarca de Barbate con el sobrenombre de
“el papa”[66].
Dentro de su papel empresarial, destaca como
defensor de los intereses corporativos del sector pesquero-conservero, a cuya
organización contribuiría. Asiste a la Asamblea Pesquera Nacional de 1917, y al
I Congreso Nacional de Pesca que se celebró un año más tarde. En ambos eventos
participó de manera activa y decidida, siendo vicepresidente en diferentes
ponencias y auspiciando la constitución de un ambicioso entramado corporativo
en el sector pesquero[67].
Serafín Romeu, como hombre de negocios,
no descuida la marcha de sus inversiones.
Lo demuestra hechos como el de ofrecerse a formar parte de una
delegación para inspeccionar la aseguradora “La Equitativa” (Fundación
Rosillo), sin duda una de las casas que protegían sus intereses[68].
Por estas fechas, junto a Martínez
Campos, compra una gran parte de acciones en La Papelera Española, empresa vinculada
a los rotativos El Sol y La Voz, a las que por supuesto va
suministrar el papel, convirtiéndose el primero de estos periódicos en uno de
los mejores de toda Europa, con especial dedicación a todo tipo de temas
culturales, y en el que aparecerán algunas noticias interesantes a nivel de la
comarca asidonense, el distrito del almadrabero.
Serafín Romeu supo administrar las industrias
almadraberas heredadas por el padre, aumentando su rendimiento y modernizando
las infraestructuras. Todo ello en el marco de una época de bonanza para las
actividades pesqueras y sobre todo para el atún, en alza en los mercados internacionales.
“La primera década de siglo –escribe Segundo Ríos- y especialmente los años de
la Gran Guerra y posguerra fueron años de un fuerte incremento de las
exportaciones y de los precios de la conserva de atún, lo que constituyó un
gran estímulo para la mejora de instalaciones e infraestructuras. Durante la
Gran Guerra, la producción anual de atún en conserva (con un valor de veinte
millones de pesetas) no bajó de los 5.000.000 de kilogramos anuales. Durante la
posguerra las fábricas de salazón y conserva del litoral suratlántico
elaboraron 6.172.700 kilogramos en 1920 que rindieron un total de 21.149.000
pesetas. Asimismo, en 1921 las exportaciones alcanzaron unas cifras históricas
(5.034.420 kgs., según las Estadísticas de Comercio Exterior), que volvieron a
repetirse en el bienio 1927-1928”[69]
Además, Serafín Romeu supo acompañar este
auge de una oportuna reestructuración
empresarial. En 1922, fusiona su empresa, “Romeu y Cía.” con “Viuda de Zamorano”.
“La nueva empresa, “Viuda de Zamorano, Romeu y Cía., que controlaba la casi
totalidad de las almadrabas de la costa de Huelva, se constituía con un capital
social de 5.810.000 pesetas, lo que le convertía en una de las empresas más
grandes del complejo agroalimentario andaluz”. La concentración en sus manos de
buena parte de las principales almadrabas culmina en 1927, cuando “reestructura
y moderniza sus empresas de Barbate, creando la Compañía General Almadrabera,
S.A.”, que se constituye a su vez con un capital de 6 millones de pesetas.
En 1925, es nombrado presidente de la recién
constituida Federación de Armadores de Barcos de Pesca, primera gran patronal
del sector pesquero en España. Segundo Ríos sostiene que “con este nombramiento
el sector reconocía su implicación en la defensa de los intereses
pesquero-conserveros en los últimos años de la Dictadura y, al mismo tiempo,
pretendía aprovechar sus conexiones e influencias en los círculos reales”[70].
Un año antes, en 1924, sin perder de
vista los negocios, inicia su etapa como banquero, fundando el Banco
Internacional de Industria y Comercio (B.I.I.C.), y haciéndose con una
importante cartera de valores industriales[71].
Y es que el nuevo banco aprovechaba la plataforma del Banco de Cartagena, al
que ha absorbido, con sucursales en Ayamonte, Cádiz, Huelva, Isla Cristina,
Puerto de Santa María, San Fernando y Sevilla, abriendo sucursal en Sanlúcar de Barrameda y en Vejer
de la Frontera. Desde suroeste andaluz se extiende a levante e incluso a
Marruecos: Aguilas, Alicante, Ceuta, Cieza, Caravaca, Elche, Hellín, Lorca,
Mazarrón, Murcia, Orihuela, Tánger Tetuán, Totana, Yecla, etc., ciudades en las
que también abrirá sucursal.
En 1927, el
B.I.I.C. es uno de los bancos y banqueros que intervienen en la suscripción de acciones de la Compañía Telefónica Nacional de España, recién creada por el gobierno de Primo de
Rivera, y participa en la financiación de la Exposición Ibero-Americana de
Sevilla de 1929-1930[72].
En su Consejo de Administración
se sentaba por aquel entonces el marqués de la Viesca, el marqués de la
Cortina, el conde de Gamazo, el conde los Andes y Pablo Garnica. En resumen,
una buena parte de la élite y la oligarquía gaditana[73].
Sin embargo, la crisis económica y política
de los años 30 pasará factura. El Banco Internacional se ve obligado a cerrar
sus sucursales de Isla Cristina y Vejer, pueblos dinámicos ubicados en zonas de
tradición empresarial, donde el crédito debió moverse con fluidez en la década
de los veinte y que se verán afectados de primera mano por las convulsiones
económicas del sector pesquero.
Su actividad en la Banca, de la
desconocemos los pormenores, y su reputación en Madrid, le llevan a ser
nombrado consejero del Bando de España. Este cargo lo ostentará hasta agosto de
1936, fecha en la que, ya iniciada la Guerra Civil y por haber abandonado su
puesto, será destituido[74].
El diputado Serafín Romeu
Serafín Romeu participó en política. Es
difícil dilucidar si lo hizo por pura satisfacción, por ambición de poder o
porque era imprescindible para sostener su imperio empresarial.
Desde luego, hasta donde sabemos, los
grandes almadraberos, de una u otra manera, tendían a participar en los asuntos
públicos, debían de tener claro que sus intereses estaban mejor defendidos si
se hallaban cerca del poder. Los primeros Romeu, los Zarandieta, José Mª
Requejo, Ramón de Carranza… estuvieron presentes en los gobiernos municipales
de sus correspondientes pueblos y ciudades.
Sabemos que algunos de los ascendientes del
Conde fueron alcaldes en Isla Cristina, venían siéndolo a lo largo del árbol
genealógico desde que su tatarabuelo Cristobal Casañas se dejase caer por Isla
Cristina a bordo de su pequeño canario. Ya parientes más cercanos, su propio
tío, Enrique Romeu Portas lo fue en 1887[75],
y mucho más tarde su primo Román Pérez Romeu, que cobró fama en aquel pueblo
por su obras filantrópicas. Todavía, al menos, cinco parientes cercanos más
ocuparon el sillón de la alcaldía en aquella localidad. No era por tanto
Serafín Romeu un caso aislado en la familia, ni en el mundo almadrabero, lo que
sí resultaba novedoso en la estirpe es que un miembro llegase a las Cortes como
diputado.
Como en muchos de los casos de la España
de entonces, la oportunidad se la ofreció un casamiento con un buen partido.
Aunque, Serafín Romeu poseía a principios del siglo XX, como hijo único y
heredero de su padre una gran fortuna, así como siendo abogado le esperaba lo
que se suele llamar un brillante porvenir, si quería aspirar a formar parte de los
cuadros dirigentes de la nación había de tener alguien que le franqueara la
puerta de la política. Alguien que ya estuviese dentro.
El casamiento del joven Romeu con “la
señorita” María Sebastiana Limón Caballero fue proverbial al menos para los
intereses del almadrabero. No nos referimos a un interés crematístico, sino de
otro tipo. María desde luego no era precisamente pobre, más bien todo lo
contrario. Su padre fue uno de aquellos personajes del siglo XIX, mezcla de
aventurero y visionario, que supo encontrar la clave de un buen negocio
aprovechando la situación de frontera. Se llamaba Francisco
Limón Rebollo, natural de Alosno (Huelva), “ganadero de no gran cuantía, que,
enamorado de una prima ricacha del pueblo, hubo de buscar fortuna con las
dificultades que presentaba para esa hazaña un pueblo que vivía prácticamente
de la minería y del contrabando. Su ocurrencia fue, precisamente, ‘organizar’
este tráfico inocente –hablamos fundamentalmente de contrabando de café y otros
productos coloniales portugueses—con tan espectacular acierto que, en muy pocos
años, la ‘empresa’ pudo especializarse en la compra de concesiones mineras y en
un negocio próspero que resultaría definitivo para la suerte de la familia: el
arriendo de los ‘consumos’, en la época propiedad de los Ayuntamientos (…)”.
Este arriendo supondría a la familia el desembolso de 22 millones y medio de
pesetas, toda una fortuna que además habrían de abonar en dinero contante y
sonante en Madrid.
Francisco se casará con Bella Caballero, con quien tendrá cinco hijos[76]. María Sebastiana, su
hija mayor y futura esposa del conde de Barbate, no se crió por tanto en el
seno de una familia modesta.
Serafín y María Limón contrajeron matrimonio el día 19 de enero de 1903[77]. Lo determinante de este
enlace fue que José Limón, hermano de ella, se prepara ese año para presentarse
como diputado por el partido liberal de Huelva, cargo que finalmente consigue.
Es evidente que, en el marco de las relaciones clientelares de la Restauración,
donde los vínculos familiares tejen los hilos principales del entramado
caciquil, esta boda va a suponer un paso adelante en la ambiciones de Serafín
Romeu, cuya amistad con Segismundo Moret va a apuntalar su lanzamiento a la
vida política a nivel nacional.
Pero para entender como un joven abogado
y empresario llega a sentarse en las Cortes hemos de aclarar algo en qué
consistió el andamiaje político de la época. En el sistema de la Restauración
borbónica, inaugurado por Cánovas a partir de 1876, dos partidos se van a
turnar en el poder pacíficamente: el conservador y el liberal, sancionando el
hecho con unas elecciones cuyos resultados estaban previamente pactados. El
resto de los partidos poco o nada van a hacer en unas elecciones que se amañan
desde arriba a través de gobernadores civiles y oligarcas provinciales. Es una
estructura política que facilita gobiernos más o menos estables, pero que va a
comenzar a hacer aguas a partir de 1898, con la llegada de las ideas
regeneracionistas, el auge de los nacionalismos y el ascenso de las ideas
republicanas en las ciudades, y que en 1923 entra en una crisis definitiva que
va a arrastrar a la propia monarquía. En el ínterin, anarquistas y socialistas
promoverán acciones desde la clase obrera que dificultarán en gran medida la
estabilidad del sistema, mientras que la guerra de Cuba y la guerra en
Marruecos van a hacer retornar a los militares a la política, determinando
finalmente una dictadura primero en 1923 y luego en 1936.
Para que la alternancia en el poder fuera
un hecho, se necesitaba una estructura estable y fuerte, establecida a partir
de los propios elementos que pretendían acaparar el poder. Así, las propias
oligarquías ofrecían sus hombres preeminentes en los pueblos, los notables, conocidos
comúnmente como “caciques”, muchos de los cuales llegaron a la primera línea de
la política, si bien otros lo hicieron a través de políticos profesionales que
servían a sus intereses.
Desde arriba, el sistema se diseña a
partir de la figura del “encasillado”, esto es, de un candidato previamente
pactado entre los partidos del turno. Si corría peligro de que no saliese en
las urnas, siempre quedaba la posibilidad del “pucherazo”, o sea, de cambiar
por ejemplo las papeletas; de comprar los votos directamente, o en última
instancia de falsear las actas.
El pueblo cuando vota por determinado
notable o político espera recibir una contraprestación en forma de favor o de
gestión ante el poder público. Los caciques dominan la escena política a través
de un sistema corrupto, pero en contra de lo que pueda parecer, raramente se
enriquecen directamente a través de la política. Lo más frecuente era que la
política les costase el dinero a muchos de ellos. Aunque no es exclusivamente
la fortuna propia la que está implicada en su éxito, el notable va también a
presionar sobre los poderes públicos para obtener beneficios que redunden en su
distrito[78].
Se puede decir que la oligarquía, a cambio de mantener su estatus, contribuye
en muchas ocasiones con su propia fortuna a una labor social que debía
corresponder al estado. Al mismo tiempo, sea con migajas o con hogazas de pan,
por decirlo de una manera gráfica, se garantiza la paz social imprescindible
para detentar el poder indefinidamente.
Claro que esto no siempre fue así. Pero,
allí donde el cacique extendía su poder, normalmente en medios rurales con
pueblos pequeños, siempre era más fácil contribuir al progreso que en las
ciudades, donde la riqueza privada no tenía capacidad para resolver los grandes
problemas. En pueblos atrasados, algunos a niveles que apenas diferían de
siglos atrás, cualquier gesto, por ínfimo que fuera, acababa siendo sumamente
agradecido.
En la provincia de Cádiz, según escribe
Millán Chivite, los elegidos, los notables que triunfaban en la contienda,
pertenecían a la minoría adinerada. Esta minoría solía practicar la
"endogamia política". Ensanchan y perpetúan el poder con otras
personas de la misma familia, manteniéndose la cohesión familiar entre los
elegidos y su permanencia en los cargos. El poder político se halla por tanto
en manos de unas cuantas familias: los Aramburu, De la Viesca, Martínez de
Pinillos.
El jefe del Partido Liberal es Juan Antonio Aramburu, mientras su
hermano Luis José lo es del Partido Conservador. Juan Antonio es secretario de
la Diputación en 1906 y 1907, presidente de 1910 a 1913, diputado por Jerez en
1916 y por Cádiz en 1918, y presidente del Casino Liberal Gaditano, designando a
todos los alcaldes de la provincia durante los gobiernos liberales, como su
hermano lo hace con los conservadores[79].
Juan Antonio Gómez Aramburu estaba
emparentado, por matrimonio, con otro de los más importantes líderes de la
política gaditana, el marqués de la Viesca[80].
El marqués se había casado en 1919 con una sobrina de la mujer de Serafín Romeu
y ahijada suya, Bella Rodríguez Limón. La ceremonia, celebrada en Madrid había
sido todo un acontecimiento social[81].
La endogamia política era moneda común de
la oligarquía. Otro empresario de las almadrabas, Ramón de Carranza, amigo
personal de Serafín Romeu, comienza su ascenso en la política y los negocios a
través de un enlace matrimonial que lo introduce en la familia de los Aramburu.
Serafín Romeu, por tanto, comienza a
tejer una red clientelar para introducirse en otra mucha mayor. En ella depende
de ciertas personalidades, y a la vez determinadas personas dependen de sus
decisiones. Era el sistema, había que adaptarse o bien olvidarse de las
ambiciones, prescindir del juego político.
Fue en el distrito de Medina Sidonia, un
distrito dócil, “marcadamente no competivo” [82]donde
Serafín Romeu fue elegido diputado. El distrito abarcaba las poblaciones de
Medina Sidonia, Casas Viejas, Vejer de la Frontera, Barbate, Tarifa y Facinas
(Conil pertenecía a la circunscripción de Cádiz).
Al menos en 1919, la lucha en el distrito
se planteó en términos de predominios económicos. Entonces se enfrentó al
marqués de Negrón, “rico agricultor y ganadero”, mientras que él era
considerado por la prensa como “opulento almadrabero”. “Como siempre –escribe
Tussel- la actividad económica de un carácter más dinámico (las almadrabas)
acabó triunfando”[83].
Cercano a Romanones hasta el punto de
hallarse dentro del círculo de las amistades de este político[84],
Serafín Romeu goza de la protección de esta figura nacional en la España de la
Restauración. Ayuda su preparación jurídica, a la que añade una carrera de
Letras, rasgos estos, como ya dijimos, muy característicos de la élite política
española, pues “en el reinado de Alfonso XIII, como en la etapa inmediatamente
anterior, el político es, ante todo, un orador, una persona que se expresa con
elegancia, y para ejercer la profesión de abogado era preciso también tener
esas dotes oratorias”[85].
La época en la que Serafín Romeu opta a
su cargo de diputado contempla cada vez notas más diferentes de la anterior, en
el sentido de que, a medida que se entra en el siglo XX, las elecciones se
hacen más disputadas y difíciles de amañar desde arriba. Se multiplican los
favores, corre el vino gratuitamente y se compran los votos como nunca antes
había ocurrido, siendo lo contrario excepcional[86].
Tal es así, que en ciertos comicios, Serafín Romeu está a punto de perder unas
elecciones porque, si bien pagaba el voto con más dinero que su oponente, el
“muñidor” encargado de hacerlo se quedó con un considerable porcentaje de cada
voto, lo cual dejaba su dádiva por debajo del contrincante. Es la corrupción
dentro de la corrupción, lejos de mejorar, el sistema se pudría a marchas
forzadas.
En cualquier caso, los años y distritos en que Serafín Romeu logró su
escaño de diputado fueron los siguientes:
Circunscripción Distrito Elecciones Años
Ciudad Real Daimiel 8-3-1914 1914-1916
9-4-1916 1916-1918
Cádiz Medina Sidonia 24-2-1918 1918-1919
1-6-1919 1919-1920
19-12-1920 1920-1923
29-4-1923 1923
En total, algo más de nueve años que
abarcan su vida entre los 37 y 46 años de edad. Una carrera política tan
firmemente asentada que se podrá permitir en 1922, como afirma Segundo Ríos, rechazar
la jefatura del partido liberal en Cádiz[87].
Serafín Romeu, un nuevo aristócrata
La boda de la sobrina de María Sebastiana
Limón y ahijada de Serafín Romeu, Dolores Rodríguez-Garzón con Arsenio Martínez
Campos, en 1919, permitió formar el Barbate-Viesca, considerado por algunos
entre los grupos financieros más importante de España[88].
Y no sólo eso. También conllevó ciertas ventajas sociales a Serafín Romeu. A
través de ese enlace, la familia Romeu entraba a formar parte de la vieja
aritocracia, el marqués de Viesca, nieto del general que devolvió el trono a
los Borbones. Al mismo tiempo, el hecho de que el marqués decidiera casarse con
una sobrina de Serafín Romeu nos indica que en esa época ya éste gozaba de gran
reputación entre la oligarquía del país.
El diputado Romeu no reparó en gastos. La
boda, celebrada en Madrid, en la iglesia de San Fermín de los Navarros, fue
todo un acontecimiento social, hallando amplio eco en la prensa de tendencia
monárquica, y a ella acudieron muchos de los personajes de la élite política
del momento, comenzando por el propio presidente del consejo de ministros, el
conde de Romanones. La fastuosidad y boato de la ceremonia, meticulosamente
calculados, buscaban ponerse a la altura de la posición social de los
asistentes:
“El
artístico templo se hallaba adornado primorosamente con magníficos tapices. En
el altar mayor –donde lucía una preciosa Concepción, de Murillo, propiedad del
señor Romeu-, como en los arcos góticos y en los pasamanos que bordeaban el
espacio por donde había de desfilar el cortejo, lucían bellas guirnaldas de
flores blancas. En toda la iglesia, además había gran profusión de plantas.
La
encantadora señorita de Rodríguez Limón hizo su entrada en el templo del brazo
de su tío y padrino, el diputado Sr. Romeu. Iba vestida de tisú de plata, con
todo el traje materialmente bordado, y se adornaba con valiosas joyas. La cola
era de magnífico encaje, y una pequeña diadema de azahar completaba el atavío
de tan gentil contrayente. El novio, de uniforme kaki de los regulares
indígenas de Caballería y con albornoz gris, daba su brazo a su madre y madrina
en la ceremonia, duquesa de Seo de Urgel, que se adornaba con magnífico aderezo
de brillantes y zafiros e iba tocada con negra mantilla.
La
ceremonia nupcial fue bendecida por el obispo de Ciudad Real y prior de las
Órdenes Militares, Sr. Irastorza, quien pronunció una inspiradora plática.
Ofició en la misa el reverendo padre Fray Federico Curieses…”[89].
Luego, todos los asistentes acudieron a
celebrar los esponsales a un hotel que Serafín Romeu había adquirido en el
Paseo de la Castellana, no muy lejos de la Iglesia, otra oportunidad para mostrar
a tan egregios asistentes su imagen de empresario de éxito.
Se hallaba entonces el diputado, y desde
hacía años, establecido en Madrid, donde posee un palacete también en La
Castellana. Parece evidente que el enlace de su sobrina ayuda al diputado a
estrechar lazos con la Monarquía.
Las buenas relaciones con el rey y los
aparatos del Estado las fomentó el Conde con cierta dádivas. Así, por ejemplo,
en agosto de 1921, y ante la agudización del conflicto en el protectorado
español de Marruecos, donó 30.000 raciones de conservas para el ejército, transportadas
hasta Melilla por el vapor de su propiedad Marien,
cedido también para las necesidades del ejército[90].
En Melilla se sienta a la mesa de los principales militares españoles, como el
general Cavalcanti, con el infante don Alfonso, con el vicealmirante Aznar,
etc.[91].
Es así como, a golpe de cartera y de
astucia, va a formar parte del círculo más próximo a Alfonso XIII.
A Serafín Romeu no sólo le atraía el
mundo empresarial, era también un gran amante del arte. Y esto, probablemente,
no sólo por ser un hombre profundamente culto. El arte no es un producto de
primera necesidad, su adquisición lleva aparejada una solvencia económica y
además se relaciona con cierto nivel intelectual y sensibilidad ante las
creaciones estéticas del hombre. Desde
antiguo, se ha establecido una vinculación muy estrecha entre la obra artística
y la aristocracia, dejando aflorar una conexión entre el estatus social y los
productos del arte[92].
Su decisión de colocar un Murillo en la iglesia donde se casaba su sobrina hay
que ponerla en relación con esta necesidad de presentarse ante la élite social
como un hombre culto y financieramente fuerte.
Conocidas eran en Madrid las subastas
donde se subastaban oleos altamente cotizados y a la que acudían para pujar el
Conde de Barbate y José Lázaro Galdiano, notable mecenas y gran coleccionista
de arte, que también fue diputado por el partido liberal y con quien Serafín
Romeu coincidió en las Cortes. Amantes ambos de la pintura clásica española y
de los negocios, Galdeano, con una de las cinco mayores fortunas de toda Europa
(en 1947, esa fortuna superaba en 1.000 millones de pesetas al presupuesto
español), acabaría poseyendo más de doce mil piezas de diversos géneros
artísticos[93].
El hecho de que Serafín Romeu pudiese
competir con el mecenas navarro, nos da una idea de su capacidad económica y de
la pasión que sentía por el arte. Aunque no llegó a poseer una colección
parangonable a la de Galdeano, no puede decirse que fuera precisamente modesta.
En los grandes salones de su palacio de La Castellana, tenía colgados cuadros
de “el Greco”, Murillo, Goya…, además de porcelanas de La Granja y Sèvres[94].
Desconocemos globalmente que fue de esa
colección cuando estalla la Guerra Civil. Si no toda, gran parte de ella estaba
aún en aquel palacio a la muerte de María Limón.
Serafín Romeu, cacique: sus obras
benéficas
El término “cacique” se halla
inexorablemente unido al de “Restauración”. Vinculados a las zonas rurales, a
los pequeños pueblos más que a las ciudades, los caciques no son simplemente
los terratenientes, los poseedores de las mayores y mejores tierras. A estos se
les conoció siempre, al menos en Andalucía, por “señoritos”. El cacique, que
puede o no puede ser el “señorito” del lugar, es un potentado, sí, pero un
potentado que además está dentro del mundo de la política, y lo está esencialmente
para mantener un estatus social y sus intereses económicos, necesitando de los
votos o de la apariencia de los votos para seguir ejerciendo su papel político.
Conforme pasa el tiempo, el término
“cacique” adquiere más connotaciones peyorativas, hasta el punto que los
partidos del turno, especialmente al cambiar el siglo, lo utilizan para descalificar
al contrario. Cacique es el opositor, mientras que el candidato propio en un patricio,
un bienhechor. La regeneración de España, la destrucción del caciquismo, serán
después de 1898 banderas de todos los partidos, también, sobre todo, de los dos
principales. El problema estribaba en que ni uno ni otro veían más allá del
caciquismo otra cosa que el vacío. Y si no derribaron el edificio es porque no
sabían que iban a construir sobre las ruinas.
Al ser término peyorativo, e habla de
“caciques buenos” para referirse a aquellos que no se ajustaban al prototipo
establecido, personas que decidieron contribuir personalmente más allá de lo
que sus compromisos electorales exigían. Políticos como Romero Robledo o Burgos
y Mazo llegaron a perjudicar sus propias finanzas en aras de sus ambiciones
políticas[95].
Estos “caciques buenos”, apegados a la doctrina católica, en la que a veces no
se tiene claro si se actúa por justicia o por caridad para tranquilizar las
conciencias, al menos los pesos pesados de los partidos a nivel provincial, son
enormemente populares y tienen asignados apodos afectivos, como es el caso de
Serafín Romeu, que formaría parte de este tipo de caciques, siendo conocido
popularmente conocido en el distrito por “el Papa”[96],
sin duda por su magnanimidad a la hora complacer adeptos.
Es en Medina Sidonia, comarca en la que
Serafín Romeu, don Serafín, implanta
su cacicato, donde consecuentemente despliega su papel de benefactor, papel,
que en buena lógica, cumplió con intensidad en los años en que fue aspirante o
diputado por el distrito. Y lo hace de tal manera que, según escribe Tussel,
“mezcla la generosidad de un notable con la labor de gestión delante de la
Administración para conseguir los votos del distrito de Medina Sidonia…”[97].
La labor benéfica no sólo la desempeñó
él, sino que su esposa María Limón participó también en la medida que entonces
se entendía que la esposa de un personaje público podía contribuir. Esto es,
casi exclusivamente en lo que concernía a las obras pías y religiosas, ocupaciones
a las que ella siempre se mostró bastante inclinada. Y, aunque era una labor
que complementaba a la de su esposo, parece indudable que ambos sentían la
religiosidad como algo consustancial a sus vidas, más allá del oportunismo
político del momento. De hecho, después de morir el Conde, ella siguió contribuyendo
con la Iglesia, y en su pueblo natal, Alosno se le conocen generosas
aportaciones para una congregación religiosa local.
Como cacique de la época, Serafín Romeu
tenía ciertas obligaciones que cumplir en su distrito. En una época en que las
inversiones públicas se prodigaban escasamente en las zonas rurales, lo que el
cacique de turno no construyese, difícilmente se acababa haciendo. Esa
contribución caciquil dependió, claro está, de los propios beneficios que el
distrito le reportara, pero también de lo espléndido que fuese el cacique. En
Barbate, siempre se dijo que don Serafín había hecho más por el pueblo de lo
que le correspondía, que había sido muy “desprendío”. En esencia, lo que el
diputado Romeu hizo fue transferir una parte de los beneficios reportados por
sus almadrabas a las poblaciones donde estas se hallaban. A cambio, él era el
candidato indiscutible del distrito, un diputado por tiempo indefinido que con
la oportunidad del cargo podía defender sus negocios en el corazón del estado,
donde se toman las decisiones políticas más importantes.
La labor benéfica del Conde en su
distrito, fuese entendida como labor humanitaria o acción interesada, podía
dividirse de la siguiente forma:
1)
Obras
públicas
2)
Ayudas
ante las calamidades
3)
Donaciones
a la Iglesia
4)
Donaciones
a particulares y otras
1.- Fue en el campo de las obras públicas
donde Serafín Romeu destacó, y lo hizo sobre todo en la aldea de Barbate,
prácticamente abandonada a su suerte por el Ayuntamiento de Vejer, cuyas arcas
venían siendo deficitarias hasta extremos preocupantes desde el último cuarto
del siglo XIX.
En 1920 se inaugura la instalación
encargada de llevar agua potable a Barbate, el beneficiado Sr. Gálvez fue el
encargado de bendecir maquinaria y manantiales[98].
El motor para bombear el agua se instala
cerca del acantilado, en los chorros de Tío
Alberto, conduciéndose el agua a través de unas cañerías que atraviesan la
playa de la Yerbabuena, bifurcándose a la altura de la hoy barriada El Chinar:
una cañería en dirección a la chanca para surtir el beneficio del pescado, y
otra en dirección a la que es aún conocida como plaza de los Seis Grifos, por
haberse instalado allí una fuente pública. Con puede imaginarse, para un pueblo
que sólo se surtía de los pozos que había en los diferentes patios comunes, esto
representó, por modesto que hoy nos parezca, todo un acontecimiento, siendo
indudable el servicio que se prestaba a la marinería que justo enfrente tenía
el embarcadero.
En aquel año ya estaba en marcha uno de
los más ambiciosos proyecto de Serafín Romeu para Barbate y Zahara. Se trata de
la construcción de dos colegios. Hasta entonces, en Barbate sólo existían aulas
que se ubicaban en locales de mala muerte. En Zahara ni siquiera esto. Aportó
el dinero íntegro, y desde luego no fue una cantidad baladí. Nada menos que
200.000 pesetas importaron las dos escuelas, destinadas ambas a escolarizar
niños y niñas[99],
y siendo inauguradas en 1922[100].
Todo un hito en las dos localidades. En Zahara porque, a pesar de sus 500
habitantes, jamás se había gastado una peseta en educación, y en Barbate porque
un edificio de tal magnitud para un colegio en un pueblo que por entonces no
pasaba de 3.500 habitantes, suponía prestigiar la labor educativa de una manera
que no tenía precedentes. De esta forma, Serafín Romeu ampliaba su patronazgo[101]
entre las clases humildes en los dos polos urbanísticos de Barbate: en un
extremo, su enorme fábrica para el atún, la chanca, en el otro, un colegio majestuoso
y digno de una gran ciudad. Por un lado daba trabajo a las clases más humildes,
por otro educación a sus hijos.
También la construcción de la Aduana en
aquellas fechas se debió a su aportación personal, poniendo a disposición de la
administración su propio capital, pues el edificio tenía por objeto la
fiscalidad del movimiento mercantil, y no beneficiaba directamente a los
barbateños, que pocas contraprestaciones recibían de esa fiscalización.
Otra de las aportaciones de Serafín Romeu
tienen que ver con el muelle y puerto refugio de Barbate. Durante siglos, la
aldea sólo había contado con un modesto embarcadero, levantado a base de empalizadas de madera, en
el interior del río, justo donde moría el camino real procedente de Vejer (cuyo
tramo final sería luego conocido como “calle Real”) y que había servido para
atracar los pocos faluchos (en 1887 no pasaban de 14[102])
que existían y para llevar a los viajeros que invierno querían pasar al otro
lado del río, para ir a Zahara o Tarifa,
usando un bote dedicado a este trabajo (Madoz).
Pero a la altura de 1920, siendo Serafín
Romeu diputado, la población pasaba de los 3.000 habitantes y la flota pesquera
se hallaba en franca expansión, con claros ascensos en pesca y beneficios. Con
todo, era la tradicional industria almadrabera la que más beneficios reportaba,
y por tanto, el Conde entendía que cualquier puerto acometido en Barbate por la
Jefatura de Obras Públicas había necesariamente de situarse en las
inmediaciones de la Chanca. Y eso que el primer proyecto, realizado objetivamente
de acuerdo a la configuración de la costa por Ramírez Dampierre en 1921, contemplaba
ya el lugar de La Albufera como emplazamiento más idóneo.
Quizá por la propia oposición del Conde,
el proyecto estuvo vagando de despacho en despacho sin acabar de concretarse su
puesta en marcha, a pesar de una situación política y económica favorable, para
acabar con un informe negativo hacia 1930 que lo rechazaba, aparte de por
algunas razones técnicas, por lo desmesurado de su coste y por pretender ubicar
el puerto a más de 2 kilómetros de la localidad (a pesar de que en realidad no
llegaba al kilómetro).
Ante esto se barajaron dos alternativas,
o situar el puerto en el interior del río, en la desembocadura y justo en
frente de La Chanca, o situarlo en el exterior, por fuera de la desembocadura
del río y justo en frente de La Chanca. Prevaleció el primero, que fue el que
se construyó en buena parte: con un dique en la barra, un muelle pesquero de
250 metros, de los que 130 corresponderían al Consorcio, y con una lonja de
pescado inaugurada en 1943. Y esto pese a la oposición manifiesta de la Asociación
de Armadores, y la menos decidida del Pósito Pescador[103].
Después de 1923, el Conde deja de ser
diputado, y carecemos de noticias sobre aportación alguna en Barbate, al menos
hasta 1930. Entonces, se sabe que contribuyó económicamente a la construcción
del edificio del Pósito de Pescadores, inaugurado aquel mismo año. De hecho,
fue él quien donó más fondos dentro de una suscripción que se había abierto
para encarar las obras. Es probable que la contribución del Conde a esta obra
tenga que ver con su apoyo a las agrupaciones corporativistas y quizá tenga el
toque sentimental de respaldo a una iniciativa que en su origen pudo muy bien
auspiciar. La temprana creación del Pósito en Barbate, en octubre de 1921[104],
al poco tiempo de lanzada la idea por Alfredo Saralegui, con quien Serafín
Romeu tenía estrechas relaciones, así parece indicarlo.
Pero, desde luego, esta aportación, amén
de significar una reconciliación con Barbate, pues las decisiones del Consorcio
estaban desprestigiando su figura, significaba que el Conde se preparaba para
su vuelta al escenario de la política, visto la deriva descendente de la
Dictadura. Además, con un proyecto de puerto de refugio en marcha y el Conde
interesado en que se ubicase éste junto a la Chanca, era lo más lógico que
intentase conjurar buena parte de la oposición. En este contexto, se comprende
también que auspiciara la creación de un nuevo periódico: La Independencia de Barbate.
En los otros pueblos del distrito electoral
por el que Serafín Romeu se presentaba a candidato tenemos menos referencias,
aunque esto no significa que no tuviesen lugar sus aportaciones. Así, en
Tarifa, en 1918, estando prevista la acometida de agua para la población donó
toda la tubería necesaria, lo cual fue motivo para que se le nombrara hijo
adoptivo de la ciudad[105].
En Facinas, en 1921, repetiría la misma
operación comprando las tuberías y haciendo construir una fuente conocida como
“de los tres chorros”, que sería la primera en instalarse en el pueblo. En
agradecimiento, sus vecinos le dedicaron una placa conmemorativa que aún puede
verse[106].
2.- En cuanto a las ayudas a las
calamidades, las que han trascendido se refieren a una pandemia de gripe que afectó
a los pueblos comarcanos de Vejer en los años 1918 y 1919, sumando un total de
al menos 3.229 afectados, de los que 1.659 se hallaban en Vejer y 1267 en
Barbate. Rápidamente Serafín Romeu, junto con el senador Ricardo Shelly, hizo
gestiones ante el gobernador civil a fin de que acudiesen médicos y material
sanitario, y además aportó su dinero para ayudar a los enfermos:
Un
culto caballero, de alma justa, corazón noble, caridad heroica, puso a
disposición de los pueblos invadidos los recursos de su numerosa fortuna; D.
Serafín Roemu Fages, el dignísimo diputados a cortes por aquel distrito, no
será nunca discutido; lo contrario demostraría cobarde ingratitud[107].
El diputado aportó también al menos 2.000
pesetas para ayudar a los enfermos y sus familiares.
El Ayuntamiento de Vejer, en plenos
municipales de enero de 1919, acordó la colocación de una placa en Barbate, “en
reconocimiento de los recursos que facilitó durante la epidemia”, así como
colocar su nombre a la calle de los Remedios de Vejer.
En Barbate llegaron a fallecer con motivo
de esta epidemia unas 58 personas, casi el doble en Vejer y 13 en Zahara[108].
3.- Las relaciones con la Iglesia fueron
muy estrechas, dando el matrimonio Romeu-Rodríguez en todo momento muestras de
un gran fervor religioso. Siempre que una obra pública fuese costeada por
Serafín no faltaba la bendición religiosa, al igual que en cada inauguración de
la temporada almadrabera[109],
tradición secular que seguía una liturgia antiquísima.
Las contribuciones a la Iglesia solían
realizarse a través de imágenes religiosas u otras aportaciones al culto. En
1918, existía en la iglesia de San Paulino de Barbate una mesa de madera
pintada con la imagen del Sagrado Corazón de Jesús bajo dosel, regalada por
María Sebastiana Limón; un San Antonio de madera de 60 cms. regalado por
Dolores Rodríguez Limón; un armónium regalado por Serafín Romeu.
A principios de los años 30, habiéndose
quedado pequeña la vieja iglesia y estando en la estado su fábrica, se decidió
primero su derribo para levantar una nueva y luego la construcción de otra no
lejos de la ubicación de esta. El conde de Barbate fue “una de las personas que
más contribuyeron con su aportación pecunaria a la realización de las obras”,
además, también costeó el altar mayor siendo inaugurado el 20 de octubre de
1937.
Aunque es evidente que un cementerio es
una obra pública, además imprescindible, lo cierto es que el de Barbate fue
donado por Serafín Romeu a la parroquia de San Paulino –y aún hoy sigue siendo
parroquial-, por lo que supuso la concesión de un beneficio a la Iglesia. Su
construcción hay que ponerla en relación con la epidemia de gripe de los años
1918-1919. Donado el terreno por Francisco Fernández Caro, la obra y ocho
nichos fue costeada por el conde de Barbate.
Quizá a cambio de la donación, la
parroquia aceptó proponer la denominación para el camposanto de “Nuestra Señora
de la Bella”, de gran tradición en Huelva y nombre de la madres del Conde y la
Condesa.
Ya en plena Guerra Civil, se proyectó
otra iglesia de mayores dimensiones, para cuya inauguración, el 12 de octubre
de 1946, se nombró madrina a María Sebastiana Limón.
En los terrenos del Zapal existió una
caseta “para la Doctrina”, también regalada a la Iglesia por el Conde[110].
No sólo en Barbate se manifestó el fervor
religioso de los condes. Serafín Romeu no se olvidaba de Isla Cristina,
contribuyendo con 50.000 pesetas a la suscripción abierta en el pueblo de sus
padres para construir una nueva iglesia parroquial[111].
En Casas Viejas (hoy Benalup-Casas
Viejas) la iglesia fue costeada también en parte por el Conde, quien, junto con
otros, hizo grabar su nombre sobre el zócalo de mármol de una de las columnas
de la fachada.
4.- En cuanto a las donaciones a
particulares, resultan más difíciles de cuantificar, toda vez que no suelen
hacerse públicas, a no ser que se haga un llamamiento desde determinado
periódico, el cual, a su vez, publica los nombres de los donantes.
En el marco del conflicto con Marruecos,
y a fin de trasladar los numerosos heridos a la península, se abrió una
suscripción para adquirir un aeroplano, el cual se llamaría Cádiz, a semejanza
de los que se estaba haciendo en otras provincias. Serafín Romeu contribuye con
1.000 pesetas[112].
En el mes siguiente, su esposa contribuía
con donativos varios para los soldados naturales de Tarifa, Vejer y Barbate[113].
En febrero de 1922 contribuye con 1.000 a la suscripción que el periódico ABC
realiza para ayudar a los soldados madrileños[114].
En 1933, con motivo del levantamiento
anarquista de febrero en Casas Viejas, consecuencia del cual fueron asesinadas
numerosas personas, se abre una suscripción para ayudar a las familias de los
fallecidos. En diciembre de ese año, se había recaudado 2.029,65 pesetas, de
las que 2.000 habían sido aportadas por el Conde de Barbate[115].
Serafín Romeu, conde de Barbate
En diciembre de 1918, los municipios de
su distrito, con el Ayuntamiento de Vejer a la cabeza, habían solicitado el
título de Marqués de Vejer para Serafín Romeu Fages. Los informes preceptivos
de la Diputación de la Grandeza y de la Comisión Permanente del Consejo de
Estado fueron positivos[116],
pero el rey estimó que, siendo Barbate la población donde había desarrollado de
forma principal su labor benefactora, era más lógico que fuese éste el nombre
que ostentara su título.
Entre la solicitud de Vejer y la
concesión real se registra un acto de apoyo de don Serafín a la Monarquía. En
agosto de 1921, en un contexto de guerra con Marruecos, cede el vapor “Marien”
al alto comisario de aquel país para que sirva al transporte de víveres y
pertrechos “mientras duren las circunstancias actuales”. El barco no iba de
vacío, pues llevaba en sus bodegas “30.000 raciones de conserva regaladas por
el Sr. Romeu al Ejército”[117].
Otro acto más que seguramente determinó
la decisión real de concederle el título. La recomendación prevista en la ley y
obligada a realizarse ante el Consejo de Estado por cuenta de otro miembro de
la nobleza, le vino de la mano del marido de su sobrina, marqués de la Viesca.
Finalmente, el día 6 de marzo de 1922,
Serafín Romeu Fages recibió el título de Conde de Barbate por un Real Decreto
firmado por Alfonso XIII.
Nunca debió sentir el nuevo conde que
había alcanzado la cúspide como aquella primavera de 1922: diputado a cortes,
dueño de un capital envidiable y recién llegado a la nobleza, y aún con sus 44
años. Nada indica que aspirase a más en la política, pues eran en lo negocios
donde se movía placenteramente. Y es más
que probable que si hubiese deseado llegar más lejos en su “cursus honorum” lo
hubiese hecho, pues preparación y facilidad para moverse en las altas esferas
del poder no le faltaban.
Y es que, con su nuevo título, es
indudable que su prestigio había aumentado entre las clases dirigentes del
país. En agosto de 1922, con motivo de la inauguración de un colegio en Barbate
cuyo costo había desembolsado, acuden al acto, además del gobernador civil y
otras autoridades, figuras públicas a nivel nacional de la talla de Niceto
Alcalá Zamora, ex ministro de Fomento, y el general Sanjurjo, que ya había
obtenido la Gran Cruz de la Orden del Mérito Civil[118].
Es indudable que Serafín Romeu, gracias a su relación cercana con el monarca, a
su propia capacidad para desenvolverse entre la oligarquía nacional y, cómo no,
al alto prestigio alcanzado por sus empresas es, con 45 años de edad, una de
las personalidades más influyentes del país.
Ese mismo año, acompaña personalmente en
tren al nuevo gobernador civil, Manuel Semprún, que llega a Cádiz a tomar
posesión del cargo[119].
A estas alturas, parece evidente que, al menos en la provincia de Cádiz, en las
grandes decisiones se está obligado a escucharlo
En febrero de 1923, como no puede ser de
otra manera, opta de nuevo al puesto de diputado por Medina Sidonia[120].
Serán las últimas elecciones en las que salga elegido. Si alguna vez aspiró a otros
triunfos en el escenario de la política, un hecho vendría a abortar cualquier
veleidad en este sentido: el golpe de Primo de Rivera de 1923.
La
dictadura de Primo de Rivera y el Consorcio Nacional Almadrabero
Aunque carecemos de datos precisos, no
parece que las relaciones del Conde de Barbate con el dictador Miguel Primo de
Rivera fuesen cordiales. El Conde era diputado a Cortes, formaba parte del
poder político de la nación y, como la gran mayoría de los políticos de
entonces no podía aceptar que se le apeara por las buenas de ese poder, no
obstante transigir, como los demás, con lo que el pueblo parecía desear y que
el rey había sancionado.
A excepción de cualquier inquietud por el
futuro, no parecía por tanto que ninguna razón de peso obligara al Conde a ver
con buenos ojos la llegada de un gobierno militar. Y menos que nada de un
gobierno militar presidido por Primo de Rivera. Siendo éste natural de la
provincia y personaje bien conocido dado sus altisonantes discursos, algunos de
ellos dirigidos contra el caciquismo y la vieja clase política, resulta evidente
que Serafín Romeu lo conocía bastante bien, y que inevitablemente no podría
dejar de sentirse como uno de los objetos de esas críticas.
Pero hay algo más importante y que viene
de atrás. El general había ansiado escalar peldaños en la estructura del poder,
es más, a la altura de mayo de 1923 ya creía poder alcanzar la cúspide en el
gobierno de la nación a costa, claro está, del gobierno legítimo. Su primera
idea consistió en promocionarse a través del sistema: “pidió –escribe Payne- que
lo colocaran en la lista liberal para las elecciones de mayo de 1923 en su
circunscripción nativa de Cádiz. El primer ministro y algunos otros políticos
influyentes eran partidarios de ello, pero el cacique liberal de Cádiz puso el
veto al proyecto diciendo que en el pasado Primo había sido demasiado amigo del
cacique rival maurista. Temporalmente al menos, este veto puso fin a sus planes
para ascender por los canales políticos ordinarios”[121].
Cualquiera que sea la cosa a que se
refiere Payne como “cacique liberal de Cádiz”, es indudable que, a estas
alturas, nada se decidía en el partido liberal gaditano sin el concurso del
Conde de Barbate, lo cual descubre una posibilidad seria de conflicto entre
éste y el general, que acaso no olvidó esta afrenta una vez convertido en
dictador. Además, ya hemos dicho que Serafín Romeu era romaninista, y Romanones
nunca fue partidario de Primo de Rivera. Creía el experimentado político
liberal, como muchos otros, que a la altura e 1923 un gobierno militar era la
mejor solución, pero no pensaba en el general jerezano[122],
e incluso llegó mucho más lejos conspirando junto a algunos militares para derrocar
al dictador en 1926. Primo, una vez que descubrió la trama le hizo pagar una
multa de 500.000 pesetas[123]
Desconocemos si en algún momento el Conde
de Barbate trabajó en la sombra para contribuir al derrocamiento del dictador. Sí
consta que contribuyó a la campaña de Marruecos, donde Primo luchaba por
consolidar el protectorado español acabando con los rebeldes con la
colaboración de Francia. En concreto, aportando 250.000 pesetas en conservas y
salazones para las tropas[124].
Pero estas eran ayudas a la solución de
un problema que interesaba también, y mucho, al rey, deseoso de que no se
relacionase su figura con las derrotas españolas que venían teniendo lugar en
aquel territorio. Lo cierto es que, si el Conde no había tenido ninguna
participación en la conjura de 1926, la sanjuanada,
entonces es pura coincidencia que por esas fechas Primo de Rivera comenzase a
fraguar la idea de nacionalizar en parte la pesca del atún mediante un
consorcio con empresas del sector.
El 19 de enero de 1930, Alfonso XIII le
concede la gran cruz de la Orden del Mérito Civil[125].
Antes de eso, con el consentimiento o la
oposición del conde de Barbate, el gobierno de Primo de Rivera decide, en 1928
y por Real Decreto de 20 de marzo, número 560, la creación del Consorcio
Nacional Almadrabero. El decreto recogía en su capítulo 10 el establecimiento
de un consorcio “entre el Estado y los almadraberos, que se constituirán en Sindicato
Nacional Almadrabero de las provincias marítimas de Huelva, Sevilla, Cádiz y
Algeciras, que tendrá por objeto la explotación de la pesca del atún en el
litoral de aquellas provincias y, en general, de todas las clases de pescas con
artes fijos, abarcando esta explotación el problema íntegro de pesca,
transporte, industrialización y comercialización de todos los productos, con la
base del estudio y de las experiencias científicas y técnicas que tiendan a
racionalizar la explotación para obtener el máximo rendimiento”.
Luego, por
Real Orden de 13 de octubre de 1928, se autorizó a los concesionarios de
almadraba adheridos al Consorcio a constituir por escritura pública el
Sindicato Nacional Almadrabero, en el que se integraron, entre otras, las
siguientes sociedades: Viuda de Zamorano
Romeu y Cía., concesionaria de la almadraba “Arroyo Hondo”; Serafín Romeu
Fages, concesionario de la almadraba “Las Torres”; la Sociedad General Almadrabera, concesionaria de las almadrabas
“Zahara” y “Ensenada de Barbate”; la Sociedad
Romeu y Cía, concesionaria de los pesqueros de almadraba “Reina Regente” y
“Las Cabezas”. Todas estas pertenecían o tenían la participación mayoritaria
del conde de Barbate.
El principal
objetivo del Sindicato era distribuir entre los asociados las acciones del
Consorcio que a cada uno le correspondiera con arreglo a las aportaciones. En
enero de 1929, se fijó el capital social en 25 millones, representado por
50.000 acciones de quinientas pesetas cada una. La duración máxima del
Consorcio se estipulaba en cincuenta años[126].
En resumen, y a decir de Ríos, la mayor empresa agroindustrial de Andalucía,
con una mano de obra contratada que superaba los 6.000 trabajadores[127].
David
Florido sostiene que el Consorcio recuperaba el imperfecto régimen monopolista
que tuvo en el Antiguo Régimen el duque de Medina Sidonia, “y aún lo superaba,
porque sus efectos se extendían a toda actividad industrial, de procesamiento,
transporte y comercialización relacionada con la economía del atún”. En
definitiva, volvía a ponerse el negocio del atún en manos de una oligarquía[128].
Esta afirmación, no obstante, hay que
matizarla, pues desde Serafín Romeu Portas, el negocio del atún, de facto,
parece tener ya su oligarquía, representada especialmente por la familia Romeu,
cuyo negocio empresarial se halla muy por encima de sus inmediatos seguidores,
los Carranza y los Curbera.
Lo que parece indudable es que, siendo el
conde de Barbate dueño de las principales almadrabas –a excepción de la de
Sancti Petri, en manos de la familia Curbera-, regentaba el negocio más próspero del atún, y
contando con el favor del rey, además de con los adláteres conseguidos en su
etapa de diputado, no es de suponer que quisiera compartir sus beneficios con
el Estado. A todo esto se añadía el hecho de que, si quería sostener su poder
en el futuro Consejo de Administración, había de aportar al Consorcio la mayor
parte de sus bienes relacionados con las almadrabas de las que era propietario,
incluidos la fábrica de Barbate, la principal herencia de su padre.
En la práctica, los Romeu, que no tenían
competencia en el negocio del atún en España, ni probablemente en Europa,
habían perdido su predominio a favor del Estado y de otros particulares, como
Ramón de Carranza, que ahora podía tomar decisiones sobre almadrabas que no
había conseguido poseer.
De todas formas, el Conde, que es el
mayor accionista de la nueva empresa, “se constituyó desde el principio en el
hombre fuerte del consorcio, de cuyo consejo de dirección fue nombrado gerente.
Juto a él se sentaban Ramón de Carranza, José Márquez Correa, Arsenio Martínez
Campo y Bartolomé Galiana”[129],
algunos, hombres próximos al Conde que compartían con él también mesa en el
Banco Internacional de Comercio e Industria[130].
Recién creado el Consorcio y tomadas las
primeras disposiciones, llovió sobre él una serie de críticas desde diversos
sectores. Tanto a nivel nacional como local. El hecho de que un periódico como
La Voz, tan próximo al Conde, lance una diatriba contra el Consorcio[131],
es más que probable indicio de la repulsa que le provocaba. En Barbate, esas críticas se canalizaron a
través del semanario La Independencia de
Barbate, entre otras, las que hacían referencia a la imposibilidad de
comprar atún fresco en Barbate, a pesar de tener “la primera fábrica de atún
del mundo”[132],
el empeoramiento de la condiciones laborales[133]
o las que hacían hincapié en la contratación de obreros foráneos, a pesar del
paro que ocasionalmente se producía en Barbate por las fechas del calamento de
la almadraba[134]
En conjunto, las críticas hacia el
Consorcio efectuadas a través de este medio parecían olvidar que Serafín Romeu
era parte consustancial del mismo. Lo cual, en un medio claramente fiscalizado
por el empresario venía a certificar quién había sido la primera víctima de su
constitución. Será sólo coincidencia, pero el hecho de que el semanario La Independencia apareciese al poco de
constituirse el Consorcio y de que el periódico se hiciese eco o crease
furibundos ataques contra él, máxime teniendo en cuenta el papel de “hombre de
paja” del Conde que en ese momento estaba desempeñando el director de la
publicación, Miranda de Sardi, merece cuando
menos un análisis profundo de la problemática originada por este nuevo
monopolio.
Serafín Romeu, la República, la sublevación
militar y muerte en Génova
El conde de Barbate era monárquico. Un
monárquico que formaba parte del aparato del estado y que además había recibido
honores de mano del propio rey. Consecuentemente, no podía recibir alegremente
las salvas a la República que se dispararon en abril de 1931. De hecho, intentó
contribuir a que esas salvas nunca se produjesen.
Determinado el último gobierno de la
Dictadura a formalizar elecciones a Cortes para marzo de 1931, el Conde se
dispuso a preparar su candidatura como si el episodio de Primo de Rivera nunca
hubiese existido. Finalmente, se convocaron antes las elecciones municipales, y
como la mayor parte del país se decantase por los partidos republicanos, el rey
se decidió a abdicar. Después de esto, el Conde no volverá a acudir a unos
comicios. Su etapa como político activo había finalizado.
Previamente, como dijimos, intentó
amortiguar la caída de la Monarquía. Y lo hizo de la mejor manera que sabía
hacerlo, poniendo dinero sobre el tapete. Así fue como, el día 27 de marzo de
1931, Serafín Romeu y otros monárquicos,
compran los diarios El Sol y La Voz, convirtiéndose el Conde en el
principal accionista de el primero de estos periódicos, al poner sobre la mesa
la mayor tajada de los dos millones de pesetas que costó hacerse con ambos
periódicos.
Alentada la jugada por el conde de
Romanones, se trataba, como reconocería Ortega y Gasset, de acabar con el republicanismo
del periódico. Aunque ya ambos periódicos dependían de La Papelera Española, el
artículo de Ortega y Gasset, “El error Berenguer” publicado en El Sol en noviembre de 1930 y su famosa conclusión Delenda est Monarchia, o sea, hay que
destruir a la Monarquía, determinó al Conde a adquirir directamente este
periódico, obligando a que saliese de él su fundador y primer accionista, Nicolás
Mª de Urgoiti, el mismísimo Ortega y Gasset, y otras plumas destacadas. como Azorín
o Félix Lorenzo.
Aún así, ambas publicaciones, aunque con
un oportuno cambio en la dirección y modulando el tono, siguieron funcionando
durante la República en la misma línea que tradicionalmente había seguido. Es
más, también con un plus de simpatía por el hombre fuerte del momento, Manuel
Azaña[135], dando paso también a las opiniones de un nuevo partido de corte fascista:
Falange Española.
Serafín Romeu trasladaba un modelo que le venía funcionando en su distrito:
de los periódicos El Heraldo y La Independencia de Barbate – La Verdad y El Progreso de Tarifa, pasaba a La
Voz y El Sol a nivel nacional
Pareciera que el Conde quisiese amoldarse a los nuevos tiempos. Habiendo
estado el día 15 de abril en el palacio real para despedir al rey, lo que entra
dentro de lo que se espera de él, reacciona enfadado mandando una carta al ABC
por haber publicado esa noticia[136]. Estaba claro que se
había dispuesto a amoldarse a los nuevos tiempos, pretendiendo que no se le
relacionara excesivamente con la Monarquía.
La buena prensa de Azaña en El Sol,
y una aptitud claramente condescendiente con la nueva élite política, pareció
por un momento que iba a dar resultado, pues la República barajó en estos
primeros años la posibilidad de disolver el Consorcio Nacional Almadrabero. Fue
un espejismo, máxime cuando el Conde se sumó a la sanjurjada en la que una serie de militares y otros adeptos a
Alfonso XIII pretendieron acabar con la República. El fracaso del golpe obligó
a Romeu a abandonar el control de los dos periódicos madrileños[137]. Aunque a este respecto
siguió controlando buena parte de lo que en ellos se publicaba[138].
Era evidente que el Conde no estaba nada
a gusto con la nueva situación, y se le nota mayor entusiasmo con la vuelta al
poder de los partidos próximos a las ideas monárquicas. Un ejemplo de ello es
que en octubre de 1934 – durante el llamado bienio
negro- ordena entregar en el gobierno civil de Huelva la cantidad de 2.786
pesetas con destino a un cuartel para los guardias de Asalto[139].
Paralelamente y en medio de una crisis de
capturas de atún, el Conde intenta potenciar las ventas desde el Consorcio a
través los periódicos que controla, ensalzando la gestión de la entidad que ha
conseguido mantener precios asequibles a pesar de la alta demanda del producto,
en algunos casos tan solicitado como los buenos jamones, y que lleva a que
algunas ciudades se arroguen el mérito de producirlo cuando no hacen más que
venderlo[140];
también alertando contra la llegada de atún japonés a Génova, principal
comprador de atún español, cuyo mercado entiende seriamente amenazado[141].
Por lo demás, consigue que el Consorcio libre al atún de la secular tutela de
los intermediarios italianos, potenciando la expansión de marcas propias en
otros mercados internacionales[142].
La República, que como hemos ya indicado,
no va a modificar el estatus almadrabero, manteniendo el Consorcio en sus
términos previamente establecidos, significó la llegada de una serie de
conflictos laborales que van a repercutir directamente en los negocios del
Conde, coincidentes en el tiempo con una bajada de los rendimientos
almadraberos. Y es que, con la República, más que nunca antes, los obreros
habían decidido batir el cobre y presionar para, por lo pronto, se cumpliesen
las propias leyes republicanas en materia de trabajo. Esto, en una empresa que
conculcaba toda la legislación laboral e imponía unas condiciones de trabajo
muy duras, donde las jornadas laborales podían llegar a la veinte horas[143],
y donde se comparaba constantemente la actual situación con aquellos años
dorados de la década anterior.
En agosto de 1935, desde Isla Cristina,
se protesta enérgicamente por el incumplimiento de la legislación social por
parte del Consorcio, incluso se responsabiliza directamente a Serafín Romeu de hacer
oídos sordos ante la petición de un operario de la almadraba de Rota, quien
después de 40 años había quedado totalmente desamparado. Este y otros casos se
denuncian con nombres propios, personas en situación desesperada dispuestas a
luchar por sus derechos y a encontrar un eco en la prensa que antes no existía[144].
Los diversos problemas laborales cada vez
generan más conflictos y llegan a su culmen en mayo de 1936, cuando con motivo de
cierto trato vejatorio dado a los obreros del Consorcio y del cierre de la
fábrica de Rota, decidida desde su Consejo de administración, los sindicatos
mayoritarios convocan una huelga de todo el personal. La prensa de la época
culpa directamente a Consejo, en el cual era parte principal el Conde, de haber
provocado una huelga que pudo evitarse, por no haberse “inspirado en un
espíritu de concordia y de justicia, llevando a los obreros una resolución
armónica del problema”[145],
y llegan incluso a pedir que el Estado gestione directamente las empresas[146].
Enconado el conflicto, en Cádiz los sindicatos U.G.T. y C.N.T. declaran una
huelga general el 10 de junio en apoyo de los obreros del Consorcio, huelga
secundada por gran parte de los gaditanos y rechazada de plano por los
dirigentes políticos, que incluso se disponen a habilitar un barco en el puerto
de Cádiz (el Miraflores) para el caso
en que los detenidos desborden las cárceles de la ciudad[147].
Hasta el 20 de junio no se llegó a un principio de acuerdo, siendo los obreros
de Sancti Petri los últimos en abandonar la huelga[148].
Este conflicto coincidió en Barbate con
otra huelga en protesta por la contratación de obreros foráneos para las obras
del muelle pesquero, llegando incluso a acudir al pueblo fuerzas de la Guardia
de Asalto procedentes de Cádiz a fin de mantener el orden público[149]
Ya para entonces los problemas del
Consorcio habían contribuido a liquidar la imagen de cacique bueno que Serafín
Romeu se había ganado en sus años de político activo[150].
Ya para entonces se estaba fraguando el
golpe de estado contra la República. Desde el principio, la conspiración
militar contra la República, dirigida por el general Mola, contó con la
colaboración de muchos monárquicos. Entre ellos, Ramón de Carranza y el propio
Conde de Barbate. El general Franco que, en Marruecos, contaba con las tropas mejor
preparadas para imponerse en el país, se encontró con el problema inesperado de
no disponer de la Marina para trasladar a sus soldados a través del Estrecho de
Gibraltar. Sabía que, de no conseguirlo, su intento de imponerse estaba
condenado al fracaso o, cuando menos, a su propio fracaso para encabezar el
Movimiento.
En mismo mes de julio de 1936, los
dirigentes del Consorcio Nacional Almadrabero, a través de Arsenio Martínez Campos,
cedieron a los golpistas dos faluchos propios con el objeto de ayudar a las
tropas a atravesar el Estrecho. Fue una contribución modesta, que logró pasar a
unos 150 hombres, pero decisiva, como se vio en Tarifa, pues algunas
resistencias en los pueblos se estaban resolviendo a favor de los rebeldes por
el empeño decidido de unos cuantos oficiales y soldados muy bien entrenados.
Enterado el gobierno republicano de este
hecho, ordenó al destructor “Churruca” bombardear las fábricas del Consorcio en
Tarifa, Barbate y Sancti Petri. Sólo las fábricas, evitando el castigo a las
poblaciones, que por lo demás eran mayormente republicanas. El 26 de agosto,
situándose en la zona donde hoy está el puerto para evitar tener ninguna
población a las espaldas del objetivo, el Churruca efectuó 80 disparos de cañón
contra la chanca de Barbate. Su comandante, Luis Núñez de Castro, cumplió la
orden tan a rajatabla que el propio chalé de Conde de Barbate, anexo a la
fábrica, no fue ni siquiera rozado, a pesar de que tres obuses impactaron a
menos de veinte metros del mismo[151].
Luego, enterado el gobierno de la República de la colaboración del Consorcio,
ordenó su disolución y liquidación debido a “la activa participación de los
jefes de la Compañía en el Golpe Militar”[152].
Pero en el momento del bombardeo, no
sabía el comandante del Churruca mientras se cuidad mucho de bombardear aquel
chalé, que la contribución Serafín Romeu a la causa de Franco iba a ir mucho
más allá de ceder unos faluchos del Consorcio. Oficialmente, la colaboración
con el gobierno de Franco de Serafín Romeu se ceñía a la reestructuración del
Banco de España[153].
Pero había algo más importante.
Serafín Romeu: conjeturas sobre su muerte
Serafín Romeu: conjeturas sobre su muerte
Sobre la muerte del conde de Barbate no tenemos noticias fidedignas. Lo que a continuación sigue se ha elaborado a partir de informaciones no oficiales.
A principios de octubre de 1937, el Conde llega a Génova con una misión especial y secreta. En principio su presencia en la ciudad no tiene porqué alentar sospechas, al fin y al cabo acude allí con frecuencia, puesto que es allí, como hemos dejado muy claro, donde se halla el principal mercado de conservas de atún. Y, precisamente por su conocimiento del terreno, porque sabe desenvolverse con el idioma italiano y sobre todo porque en Génova se halla la sede del almirantazgo de la Regia Marina, las autoridades franquistas le han encargado que realice este viaje, cuya importancia es vital para la causa rebelde.
A principios de octubre de 1937, el Conde llega a Génova con una misión especial y secreta. En principio su presencia en la ciudad no tiene porqué alentar sospechas, al fin y al cabo acude allí con frecuencia, puesto que es allí, como hemos dejado muy claro, donde se halla el principal mercado de conservas de atún. Y, precisamente por su conocimiento del terreno, porque sabe desenvolverse con el idioma italiano y sobre todo porque en Génova se halla la sede del almirantazgo de la Regia Marina, las autoridades franquistas le han encargado que realice este viaje, cuya importancia es vital para la causa rebelde.
Por eso, en esta ocasión, la maleta que
le acompaña no va incluir en su interior ropa alguna, sino una cantidad
mayúscula de dinero aportada por un íntimo amigo de Serafín Romeu, el III
Marqués de Viana, una suma destinada a abonar el primer plazo de la adquisición
de ciertos destructores modernos que habrían de formar parte de la armada
franquista. Los italianos ya adviertieron que no entregarían los barcos hasta
no recibir el precio convenido en metálico, y además han de recibirlo de manos
de alguien en quien puedan confiar. Al contrario que Mussolini y Ciano, muy
interesados en proporcionar barcos a los rebeldes españoles, la Regia Marina no comparte ese entusiasmo
y dilata hasta cuanto les es posible la entrega de buques de guerra, bien
aumentando sus precios o bien oponiendo razones técnicas. Ante estas
circunstancias, las suspicacias motivadas por la poca voluntad de cerrar el
trato pueden dar al traste con todo el negocio.
Pero no es ése el principal problema. Consciente
más o menos de ello, el Conde corre gran peligro. Agentes republicanos españoles
están actuando en el extranjero con el propósito de evitar a toda costa que los
grandes financieros ultimen tratos que hagan llegar más armamento hasta los
sublevados. Conocen ya, por la vía trágica, que submarinos italianos han venido
a España, y que Juan March –enemigo declarado de la República- ha arribado en el
mes de junio a Nápoles con la oculta misión, se dice, de comprar aviones para el
general Franco[154].
Sino las organizaciones internacionales por las buenas, los republicanos están
dispuestos por las malas a que se respeten los tratados de Washington y Londres
de 1936, los cuales prohibían cualquier cesión de buques de guerra a las partes
en conflicto[155]
El Conde, ciñiéndose a la premisa elemental
de no levantar sospechas, ha de hospedarse en el hotel donde siempre lo ha
hecho. Parece ser que es allí mismo donde se procede a la entrega del dinero,
cerrándose la operación para traer a España dos barcos: son los destructores Aquila (luego Melilla) y
el Falco (luego Ceuta). Usados por Italia en la primera Guerra Mundial, y por
tanto material anticuado y próximo al desguace, difícilmente aguantarían sin
irse a pique de enfrentarse a cualquier unidad moderna de la armada republicana,
de hecho, al final prestarán mejores servicios ciertos mercantes transformados
y artillados[156].
En cualquier caso, el trato se ha formalizado
conforme a lo previsto y los barcos navegarían rumbo a España el día 24 de
aquel mes de octubre, después de ser entregados a la Armada española en La Spezia,
puerto situado al sur de Génova donde la Regia
Marina tiene su principal armamento. Sin embargo el Conde no ha vuelto a
España tras cerrarse el trato. “Víctima de una súbita enfermedad”, muere el día
12 en la misma Génova, en el número 16 de la Salita
della Rondinella (la Subida de la Golondrina), a los tres días de su llegada y al poco tiempo de cerrarse
la misión.
A partir de aquí todo son especulaciones,
y cualquier intento de sacar a relucir la verdad de los hechos tropieza con la
propia naturaleza de la misión que había llevado al Conde hasta Génova. Nada es descartable, y antes que
nada la probabilidad de que, simplemente, falleció de un infarto[157].
Enviado su féretro en un buque que arribó
a Tarifa, Serafín Romeu Fages fue enterrado en Sevilla, y más tarde sus restos,
junto a los de su familia, serían trasladados al cementerio de Madrid, donde
hoy descansan en paz.
[1] “Rey de las almadrabas y conservas de pescado andaluzas”
(Heraldo de Barbate, 3 de julio de 1926).
[2] En el anuario de Bailly Baillier de 1883 hallamos la primera
referencia en una publicación no oficial. Aparece Barbate en el apartado
“agregados” de Vejer de la Frontera, partido judicial de Chiclana: “Contiene
–se dice- una almadraba de mucha importancia y algunas salazones de pescados”.
Será esta la única alusión hasta 1887, en que se comienza a citar lo típico de
estos anuarios: alcalde, médico, párroco, enseñantes, y más tarde comerciantes.
[3] Heraldo de Madrid, 29 mayo 1909.
[4] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti
Petri. De ayer a hoy” (2000), p. 62.
[5] Para una información
pormenorizada de los últimos cinco siglos, vide:
J. A. López González-J. M. Ruiz Acevedo: “Series históricas de capturas…”
(2012), pp. 139-174.
[6] A partir de una referencia de Baltasar Veiga se ha hablado
de una concesión realizada en 1874 a José Mª Requejo en 16.000 pesetas, que
luego pasa a la familia Lloyd, para terminar en 1880 en manos de la familia
Romeu: A. Mª Carreras Egaña et alli:
“Barbate...” (1988), p. 156. Pero él único dato que por ahora hallamos
registrado sobre la actividad almadrabera de José Mª Requejo nos indica que
éste arrendó la almadraba de Zahara el 29 de agosto de 1871 y lo hizo en
5.012,50 pesetas. Este almadrabero es probable que sea José Mª Requejo
Gastardi, que fue concejal en el ayuntamiento de Cádiz en los años 80: J.
Marchena: “Burgueses y caciques…” (1996), pp. 194 y 214); La cantidad de 15.000
o 16.000 pesetas no aparece en estos primeros años, por elevada, en ninguna
almadraba (A.G.M.A.B. Leg. 2192. Registro de Almadrabas), si bien en las actas
del Ayuntamiento de Vejer aparece también,
Requejo y esa cantidad: Actas de Vejer. Sesión 10 de mayo de 1920.
[7] La almadraba de buche es una serie de redes formando líneas
y cuadros que se interponen al paso del atún frente a la costa y que conducen a
las bandadas hasta un copo donde finalmente y con la ayuda de especialistas se
extraen las presas.
[8] A.G.M.A.B. Leg. 2192. Registro de Almadrabas. Fue una mujer
por tanto la que caló la primera almadraba en Barbate, hecho desde luego muy
excepcional, que probablemente obedeció a que su marido falleció después de
solicitarla. Dª María Encarnación quizá era viuda de Gaspar Pérez Barceló y
madre de Gaspar Pérez Guerrero, una familia almadrabera de origen valenciano.
[9] Reglamento 1866. Art. 25. Podrá solicitarse el calamento de
almadrabas en sitios que nunca hayan existido, y si de la información que habrá
de seguirse resultase no ser perjudiciales a los intereses generales de la
navegación y el tráfico, u a otras almadrabas inmediatas, se hará la concesión
por término de cinco años improrrogables, a la espiración del cual se subastará
como todas las otras.
[10] No le falta razón a Segundo Ríos cuando dice que la
industria de conservas de pescado andaluza es una “invención” de los
fomentadores de la costa occidental del Huelva: S. Ríos Jiménez “Origen y
desarrollo de la industria de conservas…” (2005), p. 65.
[11] J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012), pp. 738-9 y
986 y ss.
[12] Revista de Geografía Comercial, 31 de octubre de 1888.
[13] J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012), p. 990.
[14] Miravent, p. 150 y ss)
[15] Jou Andreu, D.: “Catalanes en Isla Cristina” (1995), pp. 86,
87, 109 y 110.
[16] Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico Madoz,
1845-1850. Cádiz.
[17] Wenceslao Rahola Rubie formaba parte de otra estirpe
almadrabera. Su padre era José Rahola Godó, hermano de Juan, presentes ambos en
la almadraba de Sancti Petri hacia 1880. El hijo de Juan, y hermano de
Wenceslao, Arturo, también será dueño de
varias almadrabas, sin duda junto a otros almadraberos: D. Bohórquez Jiménez:
“Sancti Petri…” (2000), pp. 74 y 75. Se casará con una vejeriega (gradezco esta
última información a Arturo Relinque)
[18] Jurisprudencia Civil. Colección de las sentencias dictadas
por el Tribunal Supremo. Reus, 1888.
[19] Diario Oficial de Avisos de Madrid, 30-6-1883.
[20] laalcarriaobrera.blogspot.com.es
[21] A.G.M.A.B. Leg. 2.191/5.01.
[22] A.G.M.A.B. Leg. 2.191/5.01 y Leg. 2192.
[23] Revista de Geografía Comercial, 31 de octubre de 1888.
[24] Sobre este asunto vide:
Fernández Duro, C.: “Almadrabas... (1866).
[25] Santos García, A.: “Las almadrabas gaditanas…” (2006), pp.
47-55.
[26] Eco del Comercio (Madrid), 15 de abril de 1842.
[27] A.G.M.A.B. Comisión Central de Pesca. Libro 3. Leg. 2192.
[28] C. Llorca Baus y N. Jorge:
“Almadraba, salazón y cocina” (1988), p. 62 y ss.
[29] A.G.M.A.B. Leg.
2164, año 1894.
[30] Para todos estos datos
estoy siguiendo a J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012).
[31] A.G.M.A.B. Libro de Actas de la Comisión Central de
Pesca. Leg. 2192.
[32] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp. 75 y
175.
[33] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp.75 y
175.
[34] La Correspondencia de
España, 29 diciembre1895.
[35] Aunque se halla entre
los varios interesados, junto a Arturo Rahola. El Imparcial, 2 agosto 1895.
[36] El Día. Madrid, 28 marzo1908.
[37] Registro de la Propiedad de Barbate. Finca nº 6.278. Agradezco a Manuel
Malia y Joaquín Gómez que nos dejasen consultar una copia de este documento.
[38] Se pueden consultar algunos
datos sobre el mismo en: F.G. Conde Malia: “Patrimonio Cultural...(2007), p. 78.
[39] Esto es un signo
distintivo que diferencia la nueva burguesía de la vieja aristocracia:
antiguamente, las casas y palacios señoriales se comunicaban con las iglesias
de su patronazgo, en pleno siglo XX, el burgués prefería comunicar su vivienda
con los despachos de su empresa.
[40] Florido del Corral, D.:
La pesca en Andalucía. Ed. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004. 174
[41] Para un análisis del
trabajo femenino en las empresas del sector, puede consultarse: Pascual, J. (Ed.) Actas del Simposio Aktea. La
Mujer en la Pesca, la Acuicultura y el Marisqueo en el Contexto Comunitario.
Santiago de Compostela, España. Asociación Canaria de Antropología. 2005).
[42] La Independecia de Barbate, nº 5.
[43] Es bastante probable que el mismo término “Zapal” sea
importado por las gentes de Portugal o de Huelva que allí llegaban. Surgida del
ceceo característico de buena parte de la Andalucía oceánica, la palabra
original es “sapal”, término de origen portugués trasladado por vecindad hasta
Ayamonte, y que significa “marisma”. (Sino prueba concluyente, no deja de ser un
indicio nada desdeñable que el padre Miravent utilice el término hacia 1850 en
su historia de La Higuerita, indicando que el pueblo iba creciendo a costa de
ciertos terrenos, pues “…se van terraplenando sapales, y formando sitios de
nuevo” (Mirabent y Soler, J.: Memoria sobre la fundación y progresos de la Real
Isla de la Higuerita. Ed.: José Rodríguez López. Isla Cristina, 1995. Pág.
168). También es muy probable que sean los propios portugueses allí instalados
–La Independencia de Barbate, nº 20-
los que den nombre al lugar).
[44] F. Malia Sánchez y A. Aragón Fernández y: “José Miranda de
Sardi…” (1988), p. 128.
[45] La vida marítima, 30 mayo 1902. Para un análisis más detallado
vide: “Origen y desarrollo de la
industria de conservas de pescado en Andalucía (1879-1936)” Revista de Historia
Industrial. Economía y empresa., nº 29. Universidad de Barcelona, 2005)
[46] La voz 14 julio 1925. Aunque más parece publicidad
encubierta que otra cosa.
[47] La
vida marítima, 30 mayo 1902)
[48] El
Heraldo de Madrid, 29 junio 1909.
[49] Revista de Geografía
Comercial, 31 octubre 1888.
[50] Revista de Geografía
Comercial, 31 octubre 1888.
[51] Ana Mª Mojarro Bayo: “La Historia del Puerto de Huelva…( (2007), p. 595.
[52] La
vida marítima, 30 mayo 1902.
[53] Vide S. Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005).
[54] El Día. Madrid, 28 marzo 1908.
[55] Nuevo
Mundo 10 julio 1913.
[56] Vide S. Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005)
[57] El Sol 25 diciembre
1934.
[58] J. Bogarín Díaz: “180
Linajes isleños” (2012), p. 820.
[59]
www.aaaajesuitasvalencia.es
[60] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. 276.
[61] Nuevo
Mundo 10 julio 1913.
[62] Revista Panorama, 18
enero 1924.
[63] Nuevo Mundo, 10 de julio de1913.
[64] F. Malia Sánchez y A. Aragón Fdez…(1988), pp. 134 y 135.
[65] ABC, 18 de abril de1917.
[66] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p 498.
[67] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), p 499.
[68] ABC, 29 de marzo de1924.
[69] S. Ríos Jiménez: “Evolución
de la gran empresa…(2006), pp. 57-82.
[70] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), pp. 499 y 500.
[71] S. Ríos Jiménez: “Serafín…” (2011), pp. 499.
[72] bancaandalucia.blogspot.com.es [en línea].
[73] J. Millán Chivite Historia de Cádiz: “Cádiz siglo XX…”
(1993), p.75.
[74] J.A. Sánchez Asiaín: “El sistema financiero de la República…”
(2004), p- 67.
[75] J. Bogarín Díaz: “180
Linajes isleños” (2012), p. 819.
[76] www.jagm.net. [consulta: febrero 1913]
[77] Agradezco esta información a Pura Delgado Ruiz.
[78] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. 310 y ss.
[79] J. Millán Chivite:
“Historia de Cádiz…” (1993), p. 79 y ss.
[80] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), pp. 324-325.
[81] ABC, 28 febrero 1919
[82] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. Pág. 243.
[83] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. 309.
[84] ABC 19 marzo 1918; J. Tussel: “Oligarquía y caciquismo…(1976), p.
355.
[85] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), pp. 276 y 277.
[86] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. 396.
[87] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 498.
[88] Varo Pareja, A.: “Incidencias
para la independencia de un pueblo…” (1988), p.110.
[89] ABC, 28 febrero 1919.
[90] ABC, 28 agosto 1921.
[91] ABC, 30 agosto 1921.
[92] Vide: Urquízar Herrera,
Antonio: "Coleccionismo y nobleza" (2007)
[93] es.wikipedia.org. [en
línea].
[94] F. Malia Sánchez y A.
Aragón Fernández y: “José Miranda de Sardi…” (1988), p. 135)
[95] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), p. 326 y ss.
[96] Diario Liberal 14
febrero 1918.
[97] J. Tussel: “Oligarquía
y caciquismo…(1976), pp. 315 y 316.
[98] ABC 15 noviembre 1920.
[99] ABC 15 noviembre 1920.
[100] Vide: F. Conde Malia: El Colegio…(2008), p. 135 y ss.
[101] D. Florido del Corral:
“La almadraba como sistema…(2003), p. 69; J.A. Criado Atalaya, J.A. y J.M.
Montero Barrado: “La educación en Barbate…(2005), p. 28 y ss.
[102] J.M. Fornell Fernández:
“Origen y evolución del puerto…” (1996), p. 48.
[103] Vide: J.M. Fornell Fernández: “Origen y evolución del puerto…”
(1996), p. 55 y ss.
[104] El Sol, 4 enero 1923.
[105] ABC, 5 noviembre 1918.
[106] La Atarjea. Boletín
informativo de la Asociación Cultural Facinense. Agosto 2010. Nº 6.
[107] Diario de Cádiz, 7 de
diciembre de 1918.
[108] C. Gomar Tinoco: “La
gripe…” (1996), pp. 109-136.
[109] ABC, 18 febrero1917.
[110] T. De Miguel Sanz: De
los inventarios…(1988), p. 156 y ss.
[111] ABC, 1 agosto 1929.
[112] ABC, 4 septiembre1921.
[113] ABC, 12-10-1921.
[114] ABC, 24 febrero1922.
[115] ABC, 8 diciembre 1933
[116] M.T. Fernández-Mota de
Cifuentes: “Relación de títulos…(1984), p. 410.
[117] La Correspondencia de
España, 27 agosto 1921.
[118] Noticias sobre la
inauguración del colegio en: F. Conde Malia: El Colegio…(2008), p. 135 y ss.
[119] ABC 20 diciembre 1922.
[120] ABC 21 febrero 1923.
[121] S.G. Payne: “Los
militares…” (1986), p. 200.
[122] S.G. Payne: “Los
militares…” (1986), p. 201.
[123] S.G. Payne: “Los
militares…” (1986), p. 242 y 243.
[124]
historiacasasviejas.blogspot.com.es [en línea].
[125] ABC 19 enero 1930.
[126] Para
consultar la normativa principal, ver D. Bohórquez Jiménez:
“Sancti Petri…” (2000), pp. 86 y ss.
[127] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 500.
[128] D.
Florido del Corral (Dir.): “Las almadrabas… (2009), p. 85 y ss.
[129] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 500.
[130] J. Millán Chivite:
“Historia de Cádiz…” (1993), p. 75.
[131] La Voz, 27 julio 1930.
[132] La Independencia de Barbate, nº 8.
[133] La Independencia de Barbate, nº 16.
[134] La Independencia de Barbate, nº 20. (Para un análisis más detallado
de estas críticas vide D. Florido del Corral: “Un siglo de políticas…(2002), p.183 y ss.; y D. Florido del Corral (Dir.): “Las almadrabas…” (2009), p. 85 y ss.
[135] Esto hizo que Lerroux
llamase por teléfono al Conde de Barbate para expresarle sus quejas y
advertirle de que más pronto que tarde llegaría al gobierno. Para la
trayectoria de El Sol, vide A. Checa Godoy.: “Prensa y partidos políticos…(1989), p. 99 y ss.; M.C. Seoane y M.D. Saiz: “Historia del periodismo en España…(1996), p. 411 y ss.
[136] ABC, 17 de abril de1931)
[137] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 501.
[138] Tenía un arma: el
Conde había otorgado un crédito a El Sol por importe, nada menos, de un millón
de pesetas, y seguramente contribuido a que el Banco de España concediese otro
crédito de un millón y medio (supra
n. 133).
[139] ABC, 20 de octubre de
1934.
[140] El Sol, 20 febrero
1934.
[141] El Sol 25
diciembre1934.
[142] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 501.
[143] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 501.
[144] El Heraldo de Madrid,
21 agosto 1935.
[145] España marítima y
pesquera, junio de 1936.
[146] España marítima y
pesquera, mayo de 1936.
[147] El Sol, 11 junio y 19
junio 1936.
[148] El Sol, 21 octubre
1936.
[149] A. Aragón Fernández:
“El Tato, sobre su obra y muerte” (2000)
[150] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 501.
[151] Vide: F. Rivera Román,
F.; Daza Bernal, J.M. y Malia Sánchez, F.: “El bombardeo del “Churruca” (2006).
La posibilidad de que no acertasen es improbable. La orden era apuntar a la
chimenea del Consorcio, y la cumplieron tan bien que acertaron de pleno.
[152] Gaceta de Madrid, 7 de
noviembre de 1936.
[153] S. Ríos Jiménez:
“Serafín…” (2011), p. 502.
[154] R. Garriga: “Juan
March… (1976), p. 382.
[155] J.M. Campo Rizo, J.M.:
“El Mediterráneo…” (1997), p. 62.
[156] Para una consulta
pormenorizada de las negociaciones Franco-Mussolini a este respecto, vide J.M. Campo Rizo, J.M.: “El
Mediterráneo…” (1997). Puede consultarse también para ver las características
de los barcos: www.kbismarck.com [en línea].
[157] Me tomo la libertad de
reservarme las fuentes de los datos más relevantes de esta crónica, queden los
lectores en la libertad de considerarlos ciertos o no.
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