ANTONIO ARAGÓN FERNÁNDEZ
Las almadrabas
Espoleado por la llamada biológica, cada primavera
el atún rojo acude al Mediterráneo a desovar. Desde antiguo, se conoce su pesca
y comercialización, las cuales generaron una economía alrededor de estas
actividades, por la necesidad de trabajadores y otras empresas imprescindibles,
como la de las vinculadas a la sal y a los envases, o las relacionadas con la
propia confección de los artes de pesca y sus complementos, el transporte del
producto, su venta, etc…
En la órbita geográfica del Mediterráneo, los
estrechos han representado siempre las zonas más apropiadas para tender trampas
a los atunes: Bonifacio, Sicilia, Messina, Bizancio, pero sobre todo el
Estrecho de Gibraltar, donde se situaron los centros productivos de salazones
de atún más famosos. El hecho derivaba de un cuestión geográfica determinante:
los continentes africano y europeo se acercan aquí hasta configurar una especie
de embudo que la especie tiene forzosamente que atravesar en su marcha hacia el
Mediterráneo. En consecuencia, el número de los atunes que se concentraban en
este paso era necesariamente mayor que el que se podía hallarse en cualquier
otro punto del orbe. Un estudio científico japonés, realizado en los años 80
del pasado siglo, sostenía que el número de atunes que cruzaba el Estrecho cada
año no bajaba de media del millón de ejemplares[1]. Y
esto en una época de franca decadencia. Siendo así, no es extraño que la pesca del atún en la zona haya posibilitado puntos de gran tradición. Históricamente, fueron Conil y Zahara los más importantes. En el siglo XIX, vendrán a unírseles Barbate y Sancti Petri, motivando un desplazamiento de las grandes capturas hacia el oeste: si en la edad moderna era Zahara la almadraba más productiva, seguida muy de cerca por Conil, en la contemporánea será Barbate la que encabece la serie, con una leve ventaja sobre la de Santi Petri[2].
Almadraba “Ensenada de Barbate”
El nacimiento de la almadraba de Barbate
obedeció a varias causas, entre las que destacan las facilidades legales instituidas
para formar nuevas almadrabas o el desestanco de la sal. Pero el triunfo de
esta almadraba fue obra de la burguesía de la segunda mitad del siglo XX y de
la revolución industrial, una combinación de una favorable situación política y
de los avances tecnológicos que se estaban entonces produciendo. La comunión de
estos y otros factores hizo que, por expresarlo metafóricamente, la almadraba
de Barbate llegase a ser la perla de la corona condal de Serafín Romeu Fages.
A pesar de la importancia que para
Barbate supuso la instalación de una almadraba en sus aguas y de una fábrica
para procesar el atún en el pueblo, son muy escasos -y al parecer erróneos- los
datos que se han publicado sobre su génesis y desarrollo[3].
Sin que se tengan noticias de almadrabas
en Barbate antes del siglo XIX, su plataforma legal se establece con el nuevo
reglamento de almadrabas de 1866, en el que se autorizaba a calar almadrabas de
buche en el Estrecho[4].
Ocho años después, en 1874, nace la
almadraba “Ensenada de Barbate”, asentándose su concesión en el Libro de
Registros de Almadraba a nombre de Dª María Encarnación Guerrero[5].
Se trataba de una almadraba “de ensayo”, es decir, no se tenía conocimiento de que
en el lugar se hubiese pescado nunca antes atún, al contrario de lo que había
ocurrido en Zahara o Conil, cuyas almadrabas eran de origen “inmemorial”. Por
tratarse precisamente de un ensayo, la concesión, como obligaba la ley, se
efectuó por cinco años, iniciados el 20 de agosto de 1874, con el compromiso
ineludible de la arrendataria de abonar 125 pesetas en cada uno de los años
estipulados[6].
No debió funcionar mal el negocio, a
juzgar por su continuidad, pero aún así se registra una cambio de titularidad. El 3 de octubre de 1879 se arrienda a Juan
Manuel Zarandieta por la cantidad de 3.000 pesetas, que va a detentarla entre
los años de 1880 y 1887, después de acogerse a tres prórrogas, estando obligado
a abonar 5.112 pesetas por cada anualidad. He aquí cómo nos encontramos ya con
el primer fomentador de Isla Cristina que se instala en nuestras aguas, aunque
de origen ayamontino, en la tónica general de unos años que contemplan el
dominio onubense del mundo almadrabero[7].
Parece que fue Juan Manuel Zarandieta
Pérez quien siente las bases de lo que será luego la almadraba más productiva
del Estrecho. Era Juan Manuel el mayor de once hermanos. Había nacido en La
Higuerita en 1824, hijo de un comerciante casado con la hija del estanquero de
Ayamonte, la cual procedía de un linaje de cierta alcurnia[8].
Aún así, el dinero para instalar en condiciones óptimas una almadraba no era
cualquier cosa. Por aquellas fechas se estimaba en unas 100.000 pesetas,
pudiéndose obtener un rendimiento del 500 por cien: “este capital debería
destinarse a la compra de una almadraba y de sales y madera de envase, a
levantar una fábrica de salazones, anticipos de personal y buques y demás atenciones.
Estos medios materiales exigen el impulso de un director, hombre de
conocimientos y práctico juntamente en la pesca, en la preparación y en el
conocimiento de los mercados. Aquí menos que en otra industria los
conocimientos y lo práctico no se improvisan…”[9].
Estas condiciones económicas y humanas hacen
que Juan Manuel aparezca desde el primer momento asociado a uno de sus hermanos
en la empresa, Práxedes Zarandieta, cura propio de Isla Cristina[10].
Los higuereños tenían tradición en la
formación de empresas pesqueras[11],
entre unos cuantos hombres ponían el capital, a partir del cual se compraban
barcos y utensilios de pesca, y se contrataban a marineros. En principio, eran
empresas que tenían por objeto la comercialización de la sardina, pero a
mediados del siglo XIX ya poseían los suficientes medios económicos para
atreverse con los atunes, mucho más costosos de pescar y elaborar.
La mayor parte de los que podían aspirar
a un negocio de tal calibre en Isla Cristina eran catalanes o descendientes de
catalanes. Ya en 1818, los padrones higuereños nos dejan claro que poseían
hasta el 75% de las propiedades en fincas y más del 70% de los negocios.
Algunos prosperaron con el tráfico “de salados”, principalmente de atún, que en
la década de 1840 doblaba a la sardina, con 164.732 kgs. transportados entre
1840 y 1843. Conocían perfectamente la costa de La Janda, pues hacían escalas
tanto en Barbate, en Conil como en Zahara[12],
lugares que junto con Tarifa[13]
les servía para completar la carga de atún y bonito.
Claro que también había algunos que no
procedían de Cataluña y habían prosperado. Los Zarandieta fueron la excepción
más llamativa. Aún así, parece que el negocio en que Juan Manuel y su hermano
se habían embarcado les venía demasiado grande. No puede entenderse de otra
forma el hecho de que acudieran a dos capitalistas para que ayudasen a
sobrellevar la empresa: se trata de Wenceslao Rahola y Luis Odero, lo cual
suponía la entrada en el negocio de genuino capital catalán: los Rahola, vinculados
a una casa genovesa cuyo representante principal en España era Ángel Parodi[14].
Pero la empresa tuvo tales problemas
entre el titular y sus socios, que las sentencias a que dieron lugar, ya en el
Tribunal Supremo, acabarían por formar parte de una colección jurídica que
sería estudiada por sucesivas generaciones de estudiantes de derecho[15].
En medio de estos litigios, en junio de 1883, los operarios de la almadraba
acordaron ir a la huelga[16],
siendo la primera que se documenta en
Barbate, y que más que con problemas almadraberos quizá haya que ponerla en
relación con una huelga convocada en el campo andaluz o con la sentencia a
muerte dictada ese mes contra jornaleros andaluces en el conocido proceso
contra “La Mano Negra”[17].
No eran estos los únicos problemas que la
almadraba de Barbate habría de afrontar en sus primeros años. El 20 de
noviembre de 1886, Cesáreo Cerezo, vecino de Cádiz, solicita la instalación por
vía de ensayo de una almadraba de buche en las inmediaciones del Cabo Trafalgar,
instancia a la cual da curso el comandante de marina de Cádiz, con el visto
bueno del Ayuntamiento de Vejer, “que nada tiene que exponer en contra de tal
concesión y así que la Municipalidad ve con gusto la instalación de dicha
almadraba por ser en beneficio de la industria así como que no redunda en
perjuicio de terceros”[18].
Pero entre los “terceros” que no lo
entendieron así, se hallaba Juan Manuel Zarandieta, para quien tal
circunstancia podía dar al traste con la almadraba de Barbate que había
arrendado, después del trabajo que se estaba tomando para sacarla adelante,
pues el atún entraba y entra en la ensenada por el suroeste, empujado por las
corrientes atlánticas procedentes de ese cuadrante. Si una nueva almadraba se
interponía entre la suya y el cabo de Trafalgar era más que previsible que no
cogiese un solo atún, motivo más que suficiente para oponerse a la misma. Y
esto fue lo que hizo. Zarandieta, junto a su socio Rahola, objetó que el
reglamento impedía la colocación de una almadraba a una distancia no superior a
las tres millas, requisito que no cumplía la que se instalase en Trafalgar, que
si al este tenía la de Barbate, al oeste tenía la más inmediata de las de Conil.
Pero, en realidad, la almadraba que Cerezo pretendía colocar se hallaba a algo
más de distancia, y con este argumento, el ayudante de Marina estuvo conforme
con el nuevo solicitante, lo cual en la práctica suponía que finalmente la
almadraba se calase.
Sin embargo, la almadraba de Trafalgar, aprobada
definitivamente por Real Orden de 19 de enero de 1889, no llegó nunca a
instalarse, aunque desconocemos las causas, que parecen obedecer a la oposición
del propio Zarandieta y de Wenceslao Rahola[19],
que de una a otra forman consiguieron disuadir a Cerezo.
Sea como fuere, la almadraba de Barbate
prosperó, usándose como paradigma en 1888, junto a otras mucho más antiguas, para
animar a otros emprendedores: “ejemplos palmarios de esta ganancia que pudiera
parecer ilusoria, cuando en tal industria han fracasado recientemente buenos
capitales nos lo ofrecen las almadrabas de Rota, Torregorda, Zahara, Punta de
la Isla, Barbate y otros en la provincia de Cádiz, en Galicia, y en la Isla
Cristina…”[20].
Pero, con todo, parece indudable que el
principal problema a que se enfrentaron estos primeros almadraberos se derivaba
del hecho de hallarse ante un sistema de pesca desconocido en la costa
gaditana. Efectivamente, la almadraba de buche no tenía tradición en esta zona,
entre otras cosas porque los intentos de calarla chocaron con la oposición de
los pescadores, sobre todo con los de Conil. Estos alegaban razones tanto
ecológicas como laborales para oponerse, pues argumentaban que llenaba los
fondos marinos de piedras –usadas para anclar las redes-, y no empleaban ni la
cuarta parte del personal atribuido a la almadraba de tiro[21].
La oposición encabezada por Conil fue tan
firme que cuantas veces el gobierno autorizaba la almadraba de buche había
luego de recular ante las protestas de los pescadores, asistidos por ciertas
opiniones autorizadas[22].
En las mismas Cortes este tema dio pie a una acalorada discusión en abril de
1842, insinuándose en ellas intereses oscuros de una y otra parte, y que
incluso algunos habían puesto “muchos miles de duros” por medio a favor del
sistema de buche[23].
Pero el Reglamento de Almadrabas de 1866 vino
a poner fin a estas disputas, al autorizar cualquier sistema para pescar el
atún con redes, tanto de tiro, de buche o de monteleva. Fue este reglamento el
que preparó el terreno para el nacimiento de la almadraba en Barbate, pues además
contemplaba, en su artículo 25 la posibilidad de calar las redes a modo de
ensayo por un periodo de 5 años y con una renta anual bastante baja.
Esta vez la oposición de los pescadores,
agrupados en gremios, fue mucho más tenue, y en cualquier caso ignorada por el
gobierno, que ya no volvió a desautorizar nunca más la almadraba de buche, permitiendo
tanto en Zahara como en Sancti Petri mudar incluso la de tiro aún con
concesiones anteriores a la ley (Anuario de la Comisión Permanente de Pesca.
Madrid, 1869). La misma villa de Conil se unió a la nueva modalidad en septiembre
de 1880, cuando se dejó finalmente de calar allí almadrabas de tiro[24].
Implantada por tanto la almadraba de buche en
Barbate, el problema estribaba en encontrar operarios lo suficientemente
capacitados para trabajar en ella. Fue un problema que, formulado años antes en
las costas onubenses, se resolvió en Barbate de la misma forma que en aquellas:
para los capitanes o “arráeces”, y sus segundos o “sotarraeces” se acudió a la
tradición almadrabera valenciana. En concreto, desde los tiempos ducales, se
recurría a Benidorm a fin de traer unos hombres que eran esenciales para calar
las redes y sin los cuales todo lo demás se iba al traste[25].
Luego estaba el personal de base. El número de
trabajadores para las almadrabas de buche raramente subía de 150, y con el
tiempo iría disminuyendo. Pero, no siendo tan elevado el número, se necesitaba
gente práctica y de confianza, prescindir de los advenedizos que, procedentes
de cualquier parte, habían dado mala fama a las antiguas almadrabas. Dado que
en las costas de Huelva ya se pescaba atún con este sistema, y dado también que
aquellas almadrabas acostumbraban a trabajar el llamado atún “de vuelta” -el
que regresa después de desovar- en los meses de julio y agosto, la cuestión se
resolvió reclutando a esos mismos hombres para una almadraba que era “de
venida” y que se calaba entre los meses de abril y junio. Desde entonces, fue
tradicional en Barbate la arribada a mediados de marzo de todo este personal
para trabajar en la almadraba de Barbate.
El hecho es que en julio de 1893, había 18
almadrabas en explotación, de buche o de monteleva, en la provincia de Cádiz.
La almadraba “Ensenada de Barbate”, que después de Juan Manuel Zarandieta había
pasado definitivamente a Wenceslao Rahola, la explotaban en ese momento los
herederos de éste, siendo el principal administrador Arturo Rahola[26].
Serafín Romeu Portas
Al mismo
tiempo que los Zarandieta en el negocio de los atunes, otra familia e Isla
Cristina hacía lo propio por su cuenta: los Romeu. Estos representan la estirpe
más exitosa en el mundo almadrabero de cuantas lograron constituirse. Su origen
está en Cataluña, concretamente en Sitges, hundiendo sus raíces en los primeros
navegantes-aventureros, gente emprendedora y decidida que a bordo de sus
londros bajaron a las aguas del Estrecho abriéndose camino entre los piratas y
los recaudadores de impuestos para finalmente instalarse en La Higuerita. Gracias
a estos catalanes y a gentes de Ayamonte y otros lugares que se les unieron,
prosperó este pueblo, que aprovechaba las pesquerías cercanas y la sal más barata
de Portugal. De manera que en el momento en que los fomentadores o empresarios
de la pesca higuereños pongan su interés en otras costas, lo harán a partir de
una aquilatada experiencia local que había tenido en la sardina y el atún sus
principales exponentes.
La familia Romeu Portas se había originado por el casamiento de Cristobal Romeu Casañas, nacido en Sitges y todo un pionero de las artes de pesca en las costas onubenses, y de María de la Bella Portas Font, nacida en Lepe, pero también hija de sitgetanos. El matrimonio tuvo ocho hijos, y al menos tres de ellos se van a dedicar al negocio almadrabero, como también van a ser tres los hijos que enlacen matrimonialmente con los Zarandieta, otra familia almadrabera. Hubo por tanto una relación muy estrecha entre ambos, lo que va a ser decisivo para el predominio de Isla Cristina en el negocio[27].
A principios de la década de 1880, la familia Romeu Portas se halla inmersa plenamente en el negocio del atún. En 1882, Rafael Romeu Portas, casado con Encarnación Zarandieta, obtiene autorización para calar almadrabas en Moguer: Torre La Higuera y Picacho Dorado. En esas mismas fechas, su hermano Ramón para dos almadrabas de ensayo: Cartaya y Aguas de Ceuta, y también autorización para seguir explotando las de Isla de Benidorm, Congreso, Reina Regente (Huelva), Cantonería y María Cristina, además de una almadraba de sardinas en Cádiz[28].
En 1888, Ramón Romeu Portas arrienda por un periodo de nueve años y ocho meses un espacio de 2.000 metros cuadrados en Sancti Petri para construir una chanca[29].
Serafín Romeu Portas, padre del futuro conde de Barbate, siguió el mismo camino que algunos de sus hermanos en lo tocante a los negocios almadraberos, siendo desde luego el que más beneficios obtuvo. Debía de ser hombre de gran carácter, pues la decisión de casarse con una de sus sobrinas iba mucho más allá de la pura endogamia practicada entre familias con un mismo origen.
Serafín, como Ramón puso sus miras en la almadraba de Sancti Petri. Al menos desde 1889, se había asociado con los Rahola, junto con los que había arrendado un terreno en el que se hallaba una fábrica de atún[30].
Sin embargo, hoy por hoy desconocemos la fecha exacta en que Serafín Romeu Portas recibe en exclusiva la concesión de la almadraba barbateña. Aunque se ha afirmado que la adquiere en 1880, ya hemos visto que, al menos hasta principios de la década de los noventa, no figura entre los arrendadores.
En 1895, la almadraba de Barbate se había concedido “a los señores Domínguez Martínez” en 151.000 pesetas anuales[31]. Es bastante probable que Serafín Romeu Portas sea por esta época propietario de la fábrica de Barbate, la Chanca, estando más vinculado al procesamiento del atún barbateño que a su captura[32], y que no obtenga la concesión en exclusiva hasta el cambio de siglo.
En cualquier caso, lo más importante era que el atún entrase en la chanca para su comercialización, y en este campo llegó a imponerse a todos los empresarios de la pesca del atún en España. Hasta el punto que la actividad desplegada por él en los últimos veinte años del siglo XIX fue tal “que a ejemplo de los reyes del acero, del petróleo y del hierro en el Norte América, era él en España y en el extranjero, el que imponía los precios de los atunes y otros pescados en conserva y salazón”. Era un gestor nato, “alma de todos sus negocios”, a los que no dejaba de atender personalmente, hasta el punto que “días antes de morir tenía en sus bolsillos más de trescientas cartas de distintos negocios que sólo él contestaba”.
Los números refrendan sus logros. Serafín Romeu Porta llegará a poseer las fábricas de conservas de pescado de Barbate, Torregorda e Isla Cristina, las cuales producían anualmente unas 35.000 cajas de atún en aceite, con unos ingresos de unos 4.900.000 pesetas. También acabará poseyendo las almadrabas de atún de Barbate, Punta Umbría, Terrón y Conil, esta última junto a Ramón de Carranza, abonando por ellas al Ministerio de Marina 535.000 pesetas cada año.
Pero sus negocios no sólo se circunscribían a la pesca del atún. Poseía también dos artes de pesca de sardinas o tarrafas, uno en Isla Cristina y otro en Portugal, así como numerosos faluchos y otras embarcaciones de vela y cinco vapores, todos ellos dedicados a sus industrias pesqueras.
Desde el mes de abril y hasta Agosto, daba empleo a más de 1.500 operarios de mar y 800 de fábricas, además de numerosa tripulación para los barcos referidos.
Romeu Portas compraba cada año de 25.000 a 35.000 arrobas de aceites refinados andaluces y de Tortosa para sus conservas, gracias también a los cuales sus marcas gozaban de acreditada fama en los mercados europeos y americanos.
También adquiría todos los años para sus fábricas más de 35.000 cajas de madera procedentes de Málaga, Sevilla y Huelva; así como unas 282.000 latas fabricadas en Bilbao y Vigo.
Se decía que, en las subastas de las almadrabas, los otros postores hacían aumentos considerables en sus pliegos apenas veían a Romeu Porta interesarse por la almadraba en cuestión, aunque al final siempre acababa imponiéndose en la puja.
La manifestación de su riqueza no solo queda patentizada en las grandes cifras. En los días de su convalecencia estaba rodeado de los más eminentes doctores de Andalucía y de los más afamados cirujanos franceses y alemanes.
“La industria pesquera de España –se puede leer en un periódico nacional- ha perdido su más valioso campeón y los pobres pescadores un padre cariñoso y pródigo en mercedes...Los capitanes o arráeces de almadrabas de Benidorm, el pintoresco pueblo de la costa levantina de la provincia de Alicante que más inteligentes hombres de mar para la pesca del atún consigna en su matrícula, han celebrado en corporación solemnes exequias a la memoria del señor Romeu”[33].
La familia Romeu Portas se había originado por el casamiento de Cristobal Romeu Casañas, nacido en Sitges y todo un pionero de las artes de pesca en las costas onubenses, y de María de la Bella Portas Font, nacida en Lepe, pero también hija de sitgetanos. El matrimonio tuvo ocho hijos, y al menos tres de ellos se van a dedicar al negocio almadrabero, como también van a ser tres los hijos que enlacen matrimonialmente con los Zarandieta, otra familia almadrabera. Hubo por tanto una relación muy estrecha entre ambos, lo que va a ser decisivo para el predominio de Isla Cristina en el negocio[27].
A principios de la década de 1880, la familia Romeu Portas se halla inmersa plenamente en el negocio del atún. En 1882, Rafael Romeu Portas, casado con Encarnación Zarandieta, obtiene autorización para calar almadrabas en Moguer: Torre La Higuera y Picacho Dorado. En esas mismas fechas, su hermano Ramón para dos almadrabas de ensayo: Cartaya y Aguas de Ceuta, y también autorización para seguir explotando las de Isla de Benidorm, Congreso, Reina Regente (Huelva), Cantonería y María Cristina, además de una almadraba de sardinas en Cádiz[28].
En 1888, Ramón Romeu Portas arrienda por un periodo de nueve años y ocho meses un espacio de 2.000 metros cuadrados en Sancti Petri para construir una chanca[29].
Serafín Romeu Portas, padre del futuro conde de Barbate, siguió el mismo camino que algunos de sus hermanos en lo tocante a los negocios almadraberos, siendo desde luego el que más beneficios obtuvo. Debía de ser hombre de gran carácter, pues la decisión de casarse con una de sus sobrinas iba mucho más allá de la pura endogamia practicada entre familias con un mismo origen.
Serafín, como Ramón puso sus miras en la almadraba de Sancti Petri. Al menos desde 1889, se había asociado con los Rahola, junto con los que había arrendado un terreno en el que se hallaba una fábrica de atún[30].
Sin embargo, hoy por hoy desconocemos la fecha exacta en que Serafín Romeu Portas recibe en exclusiva la concesión de la almadraba barbateña. Aunque se ha afirmado que la adquiere en 1880, ya hemos visto que, al menos hasta principios de la década de los noventa, no figura entre los arrendadores.
En 1895, la almadraba de Barbate se había concedido “a los señores Domínguez Martínez” en 151.000 pesetas anuales[31]. Es bastante probable que Serafín Romeu Portas sea por esta época propietario de la fábrica de Barbate, la Chanca, estando más vinculado al procesamiento del atún barbateño que a su captura[32], y que no obtenga la concesión en exclusiva hasta el cambio de siglo.
En cualquier caso, lo más importante era que el atún entrase en la chanca para su comercialización, y en este campo llegó a imponerse a todos los empresarios de la pesca del atún en España. Hasta el punto que la actividad desplegada por él en los últimos veinte años del siglo XIX fue tal “que a ejemplo de los reyes del acero, del petróleo y del hierro en el Norte América, era él en España y en el extranjero, el que imponía los precios de los atunes y otros pescados en conserva y salazón”. Era un gestor nato, “alma de todos sus negocios”, a los que no dejaba de atender personalmente, hasta el punto que “días antes de morir tenía en sus bolsillos más de trescientas cartas de distintos negocios que sólo él contestaba”.
Los números refrendan sus logros. Serafín Romeu Porta llegará a poseer las fábricas de conservas de pescado de Barbate, Torregorda e Isla Cristina, las cuales producían anualmente unas 35.000 cajas de atún en aceite, con unos ingresos de unos 4.900.000 pesetas. También acabará poseyendo las almadrabas de atún de Barbate, Punta Umbría, Terrón y Conil, esta última junto a Ramón de Carranza, abonando por ellas al Ministerio de Marina 535.000 pesetas cada año.
Pero sus negocios no sólo se circunscribían a la pesca del atún. Poseía también dos artes de pesca de sardinas o tarrafas, uno en Isla Cristina y otro en Portugal, así como numerosos faluchos y otras embarcaciones de vela y cinco vapores, todos ellos dedicados a sus industrias pesqueras.
Desde el mes de abril y hasta Agosto, daba empleo a más de 1.500 operarios de mar y 800 de fábricas, además de numerosa tripulación para los barcos referidos.
Romeu Portas compraba cada año de 25.000 a 35.000 arrobas de aceites refinados andaluces y de Tortosa para sus conservas, gracias también a los cuales sus marcas gozaban de acreditada fama en los mercados europeos y americanos.
También adquiría todos los años para sus fábricas más de 35.000 cajas de madera procedentes de Málaga, Sevilla y Huelva; así como unas 282.000 latas fabricadas en Bilbao y Vigo.
Se decía que, en las subastas de las almadrabas, los otros postores hacían aumentos considerables en sus pliegos apenas veían a Romeu Porta interesarse por la almadraba en cuestión, aunque al final siempre acababa imponiéndose en la puja.
La manifestación de su riqueza no solo queda patentizada en las grandes cifras. En los días de su convalecencia estaba rodeado de los más eminentes doctores de Andalucía y de los más afamados cirujanos franceses y alemanes.
“La industria pesquera de España –se puede leer en un periódico nacional- ha perdido su más valioso campeón y los pobres pescadores un padre cariñoso y pródigo en mercedes...Los capitanes o arráeces de almadrabas de Benidorm, el pintoresco pueblo de la costa levantina de la provincia de Alicante que más inteligentes hombres de mar para la pesca del atún consigna en su matrícula, han celebrado en corporación solemnes exequias a la memoria del señor Romeu”[33].
La Chanca
En la década de 1890 debió comenzarse a construir
la chanca o fabrica de atún barbateña que hoy conocemos (Si bien aparece en un
plano de 1872, se trata de una reedición del plano en que se incluye). Con
anterioridad se conoce una chanca o “fabriquín” frente al antiguo embarcadero,
cerca de donde hoy se haya la Peña Flamenca (fue derribada hace unos años).
La nueva chanca se construyó hacia la desembocadura
del río, justo en su barra y a unos 300 metros del antiguo embarcadero, en los
límites de la pleamar más viva. Parece que en principio el nuevo recinto abarcó
un total de 9.231 m/2, incluyendo un muelle de madera en el río, dedicados casi
en exclusiva al procesado del atún.
En 1904, Serafín Romeu Fages hereda esta fábrica de
su padre, para posteriormente, en marzo de 1911, añadir otra parcela de 1.522
m/2 y ampliar el muelle de madera; finalmente, el 4 de junio de 1917, el empresario
agrega a todo lo anterior un terreno de 3.300 m/2, en el cual edifica otro
muelle de madera y una vía férrea de enlace para los vagones que han de
conducir el atún al interior de la fábrica. En total, la chanca abarca en 1917 un
total de más de 14.000 m/2[34].
La chanca, que llegó a contar con 5 muelles de
madera en el interior del rio, fue el emblema de la familia Romeu, hasta el
punto que el Conde de Barbate se construyó, hacia 1917 un chalé junto a ella[35]. El
hecho inevitablemente nos recuerda al duque de Medina-Sidonia y su palacio de
Zahara de los Atunes. Desde el chalé, el empresario podía observar, catalejo en
mano, como lo debieron de hacer en su día los duques en Zahara, todas las
faenas de la almadraba. Además, poseía un pasillo de entrada hacia la fábrica,
de modo que tenía acceso directo a las oficinas ubicadas en la misma[36].
Para trabajar en una gran fábrica de la nueva era
industrial hacían falta muchos brazos, máxime cuando una ingente cantidad de materia prima, como en Barbate, había de procesarse de inmediato. En la época de entrada del atún, entre
abril y junio, van a ser imprescindibles unas 500 personas, entre hombres y
mujeres. Con una población, hacia el cambio de siglo, de unos 1.500 habitantes,
resultaba obvio que el pueblo no podía
suministrar la mano de obra imprescindible, por lo que había que importarla.
Así fue como gentes de Vejer y de la comarca, y sobre todo de la costa onubense
(Lepe, Redondela, La Higuerita…), de las costas andaluzas del Mediterráneo y de
Benidorm[37],
gente en definitiva de lugares con alguna tradición almadrabera, comienzan a
peregrinar cada primavera hasta Barbate. Solían aparecer ya a finales del mes de marzo, quedándose
hasta junio. La mayor parte eran hombres casados, gente con experiencia
almadrabera, que acudía con la familia, ya que muchas mujeres trabajaban en la
chanca y los niños a partir de los 12 años echaban un cable como aprendices en
barcos, talleres y saladeros[38].
Como en tiempos del duque de Medina-Sidonia, gran parte de ese personal procedente de los pueblos onubenses viajaba hasta aquí en barco, retrasándose la llegada si el tiempo en la mar no acompañaba[39].
El lugar donde se levantaba “el real de la almadraba” se hallaba situado frente a la playa y al margen del pueblo, extendiéndose, conforme muchos se asentaban y cambiaban de actividad, hacia un sitio conocido como “el Zapal”, donde improvisaban chozas de juncos y nea, o simples casetas de madera[40].
Años más tarde, incendios como el ocurrido el 26 de agosto de 1925[41] debieron obligar a construir con materiales no ignífugos, como las chapas metálicas, procedentes de bidones y latas, transformándose la mayoría en construcciones permanentes.
Como en tiempos del duque de Medina-Sidonia, gran parte de ese personal procedente de los pueblos onubenses viajaba hasta aquí en barco, retrasándose la llegada si el tiempo en la mar no acompañaba[39].
El lugar donde se levantaba “el real de la almadraba” se hallaba situado frente a la playa y al margen del pueblo, extendiéndose, conforme muchos se asentaban y cambiaban de actividad, hacia un sitio conocido como “el Zapal”, donde improvisaban chozas de juncos y nea, o simples casetas de madera[40].
Años más tarde, incendios como el ocurrido el 26 de agosto de 1925[41] debieron obligar a construir con materiales no ignífugos, como las chapas metálicas, procedentes de bidones y latas, transformándose la mayoría en construcciones permanentes.
Los mercados del atún
Hacia 1880 el atún estaba en alza gracias
a los nuevos medios de conservación, pues se estaba experimentando una
revolución industrial que llevaba las máquinas al proceso productivo. En la
comercialización del atún eso se tradujo en una mayor facilidad para la
conserva del producto, que ahora podía enlatarse e introducirse en aceite.
Tanto los envases, las latas, como la operación de introducir el conservante y
de cerrar el envase requerían de máquinas especializadas para estas
operaciones, lo cual a su vez exigía de grandes inversiones, pero como
contrapartida y a la larga se abarataba el producto y permitía su llegada a
lugares más alejados.
Parece que
el interés de los genoveses por el atún de las almadrabas en esta nueva época
arranca de los contactos de los Rahola con Génova. Fueron José Rahola Godó y su
hermano Juan, naturales de Cadaqués (Girona) quienes establecieron contacto con
los genoveses. De hecho, Juan llegará a instalarse en la propia Génova.
Wenceslao Rahola, como hemos visto, está ya presente en la almadraba de Barbate
y de Sancti Petri después de 1880, y es de suponer que, al menos desde
entonces, procedente de una almadraba que apenas tenía un lustro, el atún de
Barbate esté ya siendo exportado al norte de Italia. Fue entonces cuando la producción
enlatada comenzó su línea ascendente, vinculándose la misma con el éxito en los
mercados italianos[42].
Aún así, los viejos sistemas siguieron
perviviendo. Los salazones continuaron elaborándose, seguramente del mismo modo
que hacía más de veinte siglos, y así se ofertaban en los mercados, donde la
mojama goza de elevada reputación culinaria, llegando, en el año 1925, a
provocar una mordaz crítica por su alta cotización[43].
También los barriles o pipas, que antaño habían sustituido –o convivido- con
las ánforas, sobrevivieron a la mecanización, pues, por su tamaño y facilidad
de construcción difícilmente podían ser reemplazados, aunque era el proceso de
mecanización y la apertura de nuevos circuitos comerciales el que en realidad
estaba tirando de la industria conservera, porque la mayor parte del pescado o
se vendía en conserva o se vendía en fresco gracias a las cámaras frigoríficas
que se incorporaron a los ferrocarriles.
El atún que propicia grandes producciones, necesita de
grandes mercados, y los grandes mercados están en las ciudades El hecho de que
Génova absorba buena parte de la producción italiana de atún y casi toda la española tiene que ver con su condición de puerto
europeo en el más estricto sentido del término. La ciudad es un balcón por el
que se asoma toda la Europa central al Mediterráneo, y a través de ella se exporta
por tren el atún hacia Rusia, Alemania, Austria, y por mar también hacia Cuba y
Filipinas[44]. En
estos países y en determinadas ciudades amén los genoveses suelen establecer casas
comerciales, como la que existía en Belgrado en 1909[45].
Nicolás Campillo afirmaba en 1888 que Italia necesitaba atún, unos 40.000 quintales, el cual unas cuantas fábricas italianas instaladas en España se encargaban de proporcionar, siendo Génova el principal destino del producto[46].
En España, además de en Sevilla, Córdoba, Ciudad Real o Zaragoza, los mercados que más pesaban en el comercio del atún eran los tradicionales, situados en el Levante: Cartagena, Alicante, Valencia, Tarragona y Barcelona, lugares donde el bonito y el atún tenían una gran aceptación[47], y adonde la mayor parte del producto llegaba a través de la navegación de cabotaje[48].
Pero con ser importante, fue Génova el puerto que siguió siendo destino principal, al cual iba a parar más de la mitad de la producción, y a veces hasta el 90%. El principal medio de transporte para este comercio era el barco de vapor. Los vapores solían hacer escala en Barcelona, a veces en Valencia y en Marsella, siendo en 1902 la Compañía Trasatlántica la que ofrecía condiciones óptimas para esta exportación[49]. Más tarde, sería la Transmediterránea la principal línea de transportes que conectaba los puertos peninsulares con Italia. Esta empresa tenía el puerto de Cádiz como escala, y en él será donde se embarque el producto con destino a Génova.
Desde luego que era factible que pudiese llegar el atún hasta Génova a través de las vías férreas, pero el tiempo y el coste eran mucho mayores. En el total de horas que tardaba un tren en estar en Zaragoza, unas 40, un barco podía llegar hasta Barcelona, llevando casi otro tanto la travesía entre Barcelona y Génova. Además, los barcos de vapor permitían mayores volúmenes de mercancías que los ferrocarriles, por lo que el gasto de transportar grandes partidas era mucho menor.
Por otro lado, el marco político que aseguró esta exportación estuvo en diversos tratados firmados con Italia en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX[50].
Serafín Romeu Portas, consolidó y potenció el mercado italiano hasta cotas no conocidas. Sus conservas en aceite tenían sus principales mercados en Francia, Italia y América, mientras que sus salazones los tenían en el levante español[51].
Su hijo no hizo más que seguir la estela del padre. En 1913, solamente la fábrica de atún que tiene Romeu Fages en Cádiz, exporta a Génova 40.000 latas, las cuales llevan incluso las etiquetas en italiano[52], y cuando no los italianos compran grandes partidas, fabrican las latas y venden el atún español como propio[53].
En 1934 el mercado genovés seguía siendo el principal destino del atún español, con un negocio de 30.000 liras, y en el que hasta los japoneses, aprovechando las buenas relaciones con Italia, habían puesto sus miras para introducir atún[54].
Nicolás Campillo afirmaba en 1888 que Italia necesitaba atún, unos 40.000 quintales, el cual unas cuantas fábricas italianas instaladas en España se encargaban de proporcionar, siendo Génova el principal destino del producto[46].
En España, además de en Sevilla, Córdoba, Ciudad Real o Zaragoza, los mercados que más pesaban en el comercio del atún eran los tradicionales, situados en el Levante: Cartagena, Alicante, Valencia, Tarragona y Barcelona, lugares donde el bonito y el atún tenían una gran aceptación[47], y adonde la mayor parte del producto llegaba a través de la navegación de cabotaje[48].
Pero con ser importante, fue Génova el puerto que siguió siendo destino principal, al cual iba a parar más de la mitad de la producción, y a veces hasta el 90%. El principal medio de transporte para este comercio era el barco de vapor. Los vapores solían hacer escala en Barcelona, a veces en Valencia y en Marsella, siendo en 1902 la Compañía Trasatlántica la que ofrecía condiciones óptimas para esta exportación[49]. Más tarde, sería la Transmediterránea la principal línea de transportes que conectaba los puertos peninsulares con Italia. Esta empresa tenía el puerto de Cádiz como escala, y en él será donde se embarque el producto con destino a Génova.
Desde luego que era factible que pudiese llegar el atún hasta Génova a través de las vías férreas, pero el tiempo y el coste eran mucho mayores. En el total de horas que tardaba un tren en estar en Zaragoza, unas 40, un barco podía llegar hasta Barcelona, llevando casi otro tanto la travesía entre Barcelona y Génova. Además, los barcos de vapor permitían mayores volúmenes de mercancías que los ferrocarriles, por lo que el gasto de transportar grandes partidas era mucho menor.
Por otro lado, el marco político que aseguró esta exportación estuvo en diversos tratados firmados con Italia en las últimas décadas del siglo XIX y primeras del XX[50].
Serafín Romeu Portas, consolidó y potenció el mercado italiano hasta cotas no conocidas. Sus conservas en aceite tenían sus principales mercados en Francia, Italia y América, mientras que sus salazones los tenían en el levante español[51].
Su hijo no hizo más que seguir la estela del padre. En 1913, solamente la fábrica de atún que tiene Romeu Fages en Cádiz, exporta a Génova 40.000 latas, las cuales llevan incluso las etiquetas en italiano[52], y cuando no los italianos compran grandes partidas, fabrican las latas y venden el atún español como propio[53].
En 1934 el mercado genovés seguía siendo el principal destino del atún español, con un negocio de 30.000 liras, y en el que hasta los japoneses, aprovechando las buenas relaciones con Italia, habían puesto sus miras para introducir atún[54].
[2] Para una información
pormenorizada de los datos conocidos de capturas de los últimos cinco siglos, vide:
J. A. López González-J. M. Ruiz Acevedo: “Series históricas de capturas…”
(2012), pp. 139-174.
[3] A partir de una referencia de Baltasar Veiga se ha hablado
de una concesión realizada en 1874 a José Mª Requejo en 16.000 pesetas, que
luego pasa a la familia Lloyd, para terminar en 1880 en manos de la familia
Romeu: A. Mª Carreras Egaña et alli:
“Barbate...” (1988), p. 156. Pero él único dato que por ahora hallamos
registrado sobre la actividad almadrabera de José Mª Requejo nos indica que
éste arrendó la almadraba de Zahara el 29 de agosto de 1871 y lo hizo en
5.012,50 pesetas. Este almadrabero es probable que sea José Mª Requejo
Gastardi, que fue concejal en el ayuntamiento de Cádiz en los años 80: J.
Marchena: “Burgueses y caciques…” (1996), pp. 194 y 214); La cantidad de 15.000
o 16.000 pesetas no aparece en estos primeros años, por elevada, en ninguna
almadraba (A.G.M.A.B. Leg. 2192. Registro de Almadrabas), si bien en las actas
del Ayuntamiento de Vejer aparece también Requejo y esa cantidad: Actas de Vejer. Sesión 10 de mayo de 1920.
[4] La almadraba de buche es una serie de redes formando líneas
y cuadros que se interponen al paso del atún frente a la costa y que conducen a
las bandadas hasta un copo donde finalmente y con la ayuda de especialistas se
extraen las presas.
[5] A.G.M.A.B. Leg. 2192. Registro de Almadrabas. Fue una mujer
por tanto la que caló la primera almadraba en Barbate, hecho desde luego muy
excepcional, que probablemente obedeció a que su marido falleció después de
solicitarla. Dª María Encarnación quizá era viuda de Gaspar Pérez Barceló y
madre de Gaspar Pérez Guerrero, una familia almadrabera de origen valenciano.
[6] Reglamento 1866. Art. 25. Podrá solicitarse el calamento de
almadrabas en sitios que nunca hayan existido, y si de la información que habrá
de seguirse resultase no ser perjudiciales a los intereses generales de la
navegación y el tráfico, u a otras almadrabas inmediatas, se hará la concesión
por término de cinco años improrrogables, a la espiración del cual se subastará
como todas las otras.
[7] No le falta razón a Segundo Ríos cuando dice que la
industria de conservas de pescado andaluza es una “invención” de los
fomentadores de la costa occidental del Huelva: S. Ríos Jiménez “Origen y
desarrollo de la industria de conservas…” (2005), p. 65.
[14] Wenceslao Rahola Rubie formaba parte de otra estirpe
almadrabera. Su padre era José Rahola Godó, hermano de Juan, presentes ambos en
la almadraba de Sancti Petri hacia 1880. El hijo de Juan, y hermano de
Wenceslao, Arturo, también será dueño de
varias almadrabas, sin duda junto a otros almadraberos: D. Bohórquez Jiménez:
“Sancti Petri…” (2000), pp. 74 y 75. Se casará con una vejeriega (gradezco esta
última información a Arturo Relinque)
[15] Jurisprudencia Civil. Colección de las sentencias dictadas
por el Tribunal Supremo. Reus, 1888.
[17] laalcarriaobrera.blogspot.com.es
[27] Para todos estos datos
estoy siguiendo a J. Bogarín Díaz: “180 Linajes isleños” (2012).
[28] A.G.M.A.B. Libro de Actas de la Comisión Central de
Pesca. Leg. 2192.
[29] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp. 75 y
175.
[30] D. Bohórquez Jiménez: “Sancti Petri. De ayer a hoy” (2000), pp.75 y
175.
[31] La Correspondencia de
España, 29 diciembre1895.
[32] Aunque se halla entre
los varios interesados, junto a Arturo Rahola. El Imparcial, 2 agosto 1895.
[33] El Día. Madrid, 28 marzo1908.
[34] Registro de la Propiedad de Barbate. Finca nº 6.278. Agradezco a Manuel
Malia y Joaquín Gómez que nos dejasen consultar una copia de este documento.
[35] Se pueden consultar algunos
datos sobre el mismo en: F.G. Conde Malia: “Patrimonio Cultural...(2007), p. 78.
[36] Esto es un signo
distintivo que diferencia la nueva burguesía de la vieja aristocracia:
antiguamente, las casas y palacios señoriales se comunicaban con las iglesias
de su patronazgo, en pleno siglo XX, el burgués prefería comunicar su vivienda
con los despachos de su empresa.
[37] Florido del Corral, D.:
La pesca en Andalucía. Ed. Fundación José Manuel Lara. Sevilla, 2004. 174
[38] Para un análisis del
trabajo femenino en las empresas del sector, puede consultarse: Pascual, J. (Ed.) Actas del Simposio Aktea. La
Mujer en la Pesca, la Acuicultura y el Marisqueo en el Contexto Comunitario.
Santiago de Compostela, España. Asociación Canaria de Antropología. 2005).
[39] La Independecia de Barbate, nº 5.
[40] Es bastante probable que el mismo término “Zapal” sea
importado por las gentes de Portugal o de Huelva que allí llegaban. Surgida del
ceceo característico de buena parte de la Andalucía oceánica, la palabra
original es “sapal”, término de origen portugués trasladado por vecindad hasta
Ayamonte, y que significa “marisma”. (Sino prueba concluyente, no deja de ser un
indicio nada desdeñable que el padre Miravent utilice el término hacia 1850 en
su historia de La Higuerita, indicando que el pueblo iba creciendo a costa de
ciertos terrenos, pues “…se van terraplenando sapales, y formando sitios de
nuevo” (Mirabent y Soler, J.: Memoria sobre la fundación y progresos de la Real
Isla de la Higuerita. Ed.: José Rodríguez López. Isla Cristina, 1995. Pág.
168). También es muy probable que sean los propios portugueses allí instalados
–La Independencia de Barbate, nº 20-
los que den nombre al lugar).
[42] La vida marítima, 30 mayo 1902. Para un análisis más detallado
vide: “Origen y desarrollo de la
industria de conservas de pescado en Andalucía (1879-1936)” Revista de Historia
Industrial. Economía y empresa., nº 29. Universidad de Barcelona, 2005)
[46] Revista de Geografía
Comercial, 31 octubre 1888.
[47] Revista de Geografía
Comercial, 31 octubre 1888.
[50] Vide S. Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005).
[51] El Día. Madrid, 28 marzo 1908.
[53] Vide S. Ríos Jiménez: “Origen y desarrollo…(2005)
[54] El Sol 25 diciembre
1934.
No hay comentarios:
Publicar un comentario